La democracia es el mejor sistema, o, más bien, el menos imperfecto, que hemos sido capaces de imaginar para elegir representantes que promuevan el orden social. Detrás de los procesos electorales, para el legislativo como para el ejecutivo, la prioridad debe ser dar respuesta a la pregunta de cómo alcanzar la justicia, el orden social y, por tanto, la paz.
Toda persona tiene grabado en su ADN el anhelo de una sociedad más justa, más humana, en paz. Uno de los requisitos para el verdadero diálogo social es entender la diferencia de opinión. Es sorprendente que una de las causas de mayor tensión social sea precisamente las diferentes maneras de alcanzar la justicia. En este sentido, el libro Justicia, de Michael Sandel, resulta revelador para entender que cuando alguien opina diferente, no quiere decir que no le preocupe la justicia social, sino que estima que su consecución requiere un camino diferente al que uno ha imaginado.
Sandel recorre diferentes posturas de la filosofía política, mostrando cómo ante un mismo dilema, hay caminos diferentes. Si bien los libertarios, deontológicos, utilitaristas, virtuosos, liberales, entre otros, estiman que el orden social se sustenta en criterios diferentes, no por eso dejan todos de soñar una sociedad más justa y humana. La vida bien vivida es una vida reflexiva. Una vida en la que uno siempre aquí y ahora se pregunte: ¿qué es lo correcto? Estamos atravesando un momento histórico en el que por primera vez un presidente de Colombia es abiertamente de izquierda.
La paz es consecuencia no de un gobernante o de un modelo político sino de la justicia. Una buena definición es que justicia es darle a cada cual lo que le corresponde. Y aunque es compleja o polémica, no por esto es menos reveladora.
“A cada cual lo que le corresponde” pone sobre la mesa la importancia de hablar no solo de derechos sino también de deberes. Por supuesto, hay derechos de ley natural, consecuencia de la propia dignidad humana y no podemos negar que como nación muchas veces hemos fallado en proveer a todos los ciudadanos sus derechos fundamentales. No hay duda de que la economía de libre mercado produce frutos.
Todos, los de izquierda, centro o derecha, podemos verlo. Lo que todos reclamamos es una economía de libre mercado más humanista en la que los derechos mínimos estén garantizados, así como en la que el esfuerzo sea recompensado. Si queremos alcanzar la anhelada paz, debemos buscar la justicia. La sociedad reclama maneras aún más justas de vivir, un orden social más estable y duradero. Propongo que quienes gobernamos organizaciones promovamos leyes, políticas y normas que estemos dispuestos a cumplir así no fuésemos la cabeza de la empresa.
Legislemos como si una vez promulgada la norma que proponemos, fuésemos a asumir la posición de menor rango, anteponiendo la dignidad humana y el bien común como criterios de decisión; la paz vendrá como consecuencia de la justicia.
ALEJANDRO MORENO SALAMANCA
Director general INALDE Business School