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‘La política requiere de un revolcón total’

Platón propuso el gobierno de los “amantes de la sabiduría”, dirigido por aquellos que ponen los intereses colectivos por encima de los suyos.#

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El historiador A. N. Whitehead dijo que “la caracterización general más segura de la tradición política europea es que consiste en una serie de notas de pie de página de Platón”. En su obra La República, Platón esbozó las formas en las que un sistema democrático podría ser sostenible. Al trazar la Constitución para un Estado ideal y salvar la república de desmoronarse bajo el peso de la corrupción, él usa el símil del alma humana.

Según Platón, el pueblo representa los deseos ‘corporales’ de la sociedad (son “amantes del dinero”) y las fuerzas del orden (guerreros profesionales), responsables de la seguridad de la comunidad. La tercera categoría corresponde a los representantes de la razón (científicos, académicos y expertos). Ninguno de los dos primeros debe gobernar, pues en ellos prevalecen los objetivos ‘personales’. Solo los terceros pueden hacerlo, ya que sus intereses están enfocados en el bienestar general. Son los únicos que pueden asegurar “cada día soy más rico, no por tener más, sino por necesitar menos”. Frase atribuida a Sócrates.

En su tratado sobre política, Aristóteles hace la diferenciación entre un gobierno de minorías oligarcas y una democracia controlada por mayorías pobres. Los dueños de grandes propiedades buscan un gobierno que proteja sus riquezas y las aumente, mientras que los demócratas batallan por proteger los derechos de todos. Platón lo resumió así: “Todo gobierno son dos ciudades en guerra entre sí”.

Puede ser que la historia no se repita textualmente, pero que sí rime, como sostuvo Mark Twain . Lo que vemos hoy es un rechazo de la población (por parte de los muchos), no al capitalismo (“un mal sistema, pero mejor que todas las alternativas”), sino al ‘capitalismo político’ (sistema de gobierno que favorece la supervivencia y motivación individual económica). Este conflicto ya se dio en la Antigua Grecia y en otras épocas. Como la evolución de las especies, la democracia se ha vigorizado, pero sigue siendo víctima de ataques virulentos que solo fortalecen su salud. Cuando se le rechaza, las infecciones toman diversas formas: populismo, nacionalismo, discriminación, homofobia. Es repudio a la inequidad y desvío de los principios fundamentales por inacción de los anticuerpos naturales del sistema inmunológico social contra la corrupción. Como señaló Platón, “todo lo que una persona racional puede hacer ante la corrupción política de los gobernantes (…), es batallar o buscar la sabiduría en la intimidad de la soledad”. La razón y la justicia no son compatibles con el interés personal de quienes juran representar los intereses de toda la sociedad. Por ello, Platón propuso el gobierno de los “amantes de la sabiduría” o “reyes filósofos”. Un gobierno dirigido por quienes colocan los intereses colectivos por encima de los suyos propios. “Hasta que los gobernantes sean filósofos, las ciudades no lograrán hacer desaparecer sus males...”

La primera víctima de la democracia, con la ‘privatización’ de la política (políticos actuando como empresas particulares maximizadoras de ganancias), es la solidaridad, principal pilar que sustenta democracia. La falta de solidaridad irrumpe cuando la fundación del edificio es desplazada por intereses privados, ya que no esta no es solo un mecanismo de redistribución justa, sino un compromiso en favor del bien común como paradigma.

La revolución neoliberal asociada con el pensamiento liberal de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y, de alguna manera, Deng Xiaoping, introdujo la noción de tratar el espacio político como una extensión de la economía cotidiana. Desde entonces, los políticos se comportan como un conjunto de empresarios que velan por intereses económicos y aplican sus propias preferencias a la toma de riesgos en la arena política. Quizás, por ello, los escándalos de corrupción desbordaron los límites de la paciencia. La gente resiente el enriquecimiento de los Clinton, Obama, Barroso, Blair, Kim, Aznar, Mandela, Berlusconi, Shinawatra y Sarkozy. Los escándalos de corrupción en los países aumentaron exponencialmente desde 1990. Desde el 2015, tres presidentes brasileños están en prisión, cinco expresidentes peruanos han sido encarcelados, la hija del difunto presidente de Uzbekistán ha sido encarcelada y la del expresidente angoleño se vio obligada a abandonar el país. La lista es larga y abarrotada. La ola más reciente, incluye personajes como Putin y Trump, que ni siquiera niegan su cuestionable conducta política para derivar beneficios monetarios en beneficio propio o de sus familias y asociados.

La reciente crisis de confianza en los representantes políticos tiene varias causas, una de ellas es el crecimiento significativo del cabildeo o lobbying. Un informe reciente afirma que el monto total reportado por cabildeo en Washington aumentó de 1.450 millones de dólares en el 2003 a 3.449 millones en el 2018. También está la creciente brecha entre los más ricos y los pobres. El 1 por ciento de los hogares del mundo acaparó el 82 por ciento del dinero generado en el 2017, según Oxfam . Y la mitad de los estadounidenses tienen más deuda acumulada que activos. Debido a ello, la gente percibe al homo politicus no como una versión superior del homo economicus, sino su némesis.

El nuevo milenio, mensajero de innumerables sorpresas, trajo una totalmente inesperada: la historia no ha terminado. El mundo puede optar por matar la filosofía liberal occidental. Y el sentido pésame se le da a Francis Fukuyama y su libro El fin de la historia y el último hombre. El mensaje repica (muchas veces injustamente) sobre todo funcionario gubernamental, aludiéndole como si fuera un hipócrita que dice estar allí para trabajar solo por el bien público, cuando la realidad es que su egoísmo ha menoscabado la confianza pública en el sistema capitalista y la democracia.

Pero, aunque muchos regímenes cuestionen el capitalismo, y favorezcan los sistemas autocráticos, este no está en declive, sino en receso. Ha tenido tanto éxito que, al igual que la ley de los gases perfectos, ocupa todos los espacios de todas las esferas de la actividad humana, incluida la política. Ningún país, incluyendo Rusia, China o Corea del Norte, niega el capitalismo en favor de alternativas como el comunismo. El espíritu capitalista ha sido increíblemente exitoso, aunque no previó que él mismo sería su peor enemigo al favorecer que políticos sin escrúpulos introdujeran legislación favorable para ellos, pero ineficaz en redistribuir la riqueza o compensar a las víctimas de la disrupción tecnológica. La democracia, como paciente, pasa por la UCI, pero no irá al cementerio. Como lo reconoce Platón, es un sistema en guerra permanente: “es el conflicto de dos ciudades”. El interés general contra el particular, como perenne forma de convivencia.

Rodrigo Villamizar
Exministro de Energía y exembajador de Colombia en Japón

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