Hemos alcanzado en Colombia una inflación que no veíamos desde hace casi 16 años, algo que se había convertido en un factor de notorio control, que permitía inclusive tener bajas tasas de interés y que favorecía el crecimiento del país.
Sin embargo, son muchas las variables externas e internas que han cambiado y que han llevado a que los hacedores de las políticas económicas del país busquen entender todos los días el comportamiento de los precios con alta volatilidad.
Se trata de una realidad que les está costando mucho para tomar las medidas apropiadas, más cuando hemos sido un país claramente mal estructurado para este fin en materia política, pues hoy son muchas más las entidades que deben entrar en la estrategia a seguir para controlar todos estos hechos que afectan al ciudadano de a pie.
Un ejemplo reciente es el Brexit, un referéndum en Inglaterra que tenía unas perspectivas y efectos estimados en un principio, pero que nadie calculaba en cuanto a lo positivo en cuanto a flujos de dólares a las economías emergentes, pues hoy quien invierte prefiere ganarse lo que en tasas pagan países como Colombia, Brasil o México con mayor riesgo por calificación, pero no dejar su dinero en Europa perdiendo valor.
Hoy tenemos una inflación que se disparó 68% para tubérculos/plátanos y del 25% para hortalizas, legumbres y frutas, una cifra que resume claramente el punto central de esta columna: el ascenso de tasas y el margen de maniobra que tiene el Banco de la República sobre este tipo de hechos es bastante menor, pues el encarecimiento de los alimentos no se ha dado por mayor consumo sino por factores climáticos, tasas de cambio y el paro camionero, por lo que elevar los intereses no permitirá que esto se reduzca, la responsabilidad está en otro lado.
Resulta que hemos tenido una seguidilla de eventos en los últimos 12 meses que tiene efecto directo sobre los precios de los productos de primera necesidad, como los alimentos, por factores en gran parte anticipados por quienes los estudian, uno de ellos el clima, el cual sorprendió al agro con sus efectos, lo que sumado a un dólar que también estaba anticipado por varios economistas, elevó productos como los fertilizantes, en su gran mayoría importados, un costo que no puede cubrir el productor y se le traslada al consumidor.
La sequía por el Fenómeno de El Niño llevó a que el sector eléctrico mostrará sus debilidades, que empresas de alto prestigio en el país estuvieran en el ojo del huracán, lo que inclusive le costó la cabeza al ministro de Minas de ese entonces, una razón más para cuestionar en manos de quién están los ministerios, que no han podido en estos años trazar estrategias que les permitan acoplarse a estas nuevas circunstancias.
En junio-julio vivimos uno de los paros camioneros más extensos en los últimos años, cuyas consecuencias no fueron calculadas en su total magnitud por parte del Gobierno y que ahora se están reflejando en una alta inflación.
Con lo arriba expuesto, vemos más responsabilidad en el Gobierno y sus ministros que en la Junta Directiva del Banco de la República, lo que muestra la injusticia que puede verse al recibir reclamos desde el Presidente de la República, así como de su Ministro de Hacienda.
Camilo Silva Jaramillo
Valora Inversiones
@CamiloSilvaj
OPINIÓN
Las responsabilidades de la inflación
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agosto 08 de 2016
2016-08-08 11:22 p. m.
2016-08-08 11:22 p. m.
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