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No hay David sin Goliat

Gran parte del esfuerzo y compromiso que movilizan a un microempresario es la ilusión de algún día convertirse en un Goliat, no la de destruirlo.

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La historia de David y Goliat es uno de los pasajes bíblicos más reseñados y recordados por cristianos, no creyentes y practicantes de otras religiones. El triunfo de un pequeño pastor con su honda sobre un gran guerrero filisteo ha servido de inspiración para pintores, escultores, cineastas, escritores, poetas y, más recientemente, para estrategas empresariales.

En este último caso, son comunes los análisis sobre cómo las micro y pequeñas empresas pueden vencer a las grandes corporaciones. La idea de ganarle en el campo de batalla empresarial, es decir, el mercado, a una gran corporación es romantizada y miles de conferencistas inician una y otra vez sus charlas con la anécdota de una empresa de transporte que no tiene carros o una plataforma de reserva de habitaciones de hotel que no tiene hoteles. Repiten una y otra vez cómo una plataforma de transmisión vía internet logró vencer a Bluckbuster.

Pero la verdad es que los emprendimientos que logran esas épicas victorias son escasos. La gran mayoría de micro y pequeñas empresas conviven y se benefician de la existencia de esas grandes corporaciones de alta productividad, que cuentan con recursos para desarrollar o incorporar nuevas tecnologías y conocimientos. Empresas medianas y grandes que pueden contratar capital humano y hacerlo altamente productivo y remunerarlo relativamente mejor.

Estos trabajadores de empresas medianas y grandes a su vez son consumidores, clientes, socios y, eventualmente, fundadores de micro y pequeñas empresas entre las cuales algunas podrán llegar a ser las próximas grandes corporaciones. Esa es la realidad en las sociedades modernas. Esta relación simbiótica entre empresas de diferentes tamaños es uno de los más importantes motores del progreso y la generación de oportunidades y bienestar.

En nuestro contexto, las mejores condiciones relativas de calidad de vida que disfrutan los habitantes de departamentos como Cundinamarca, Antioquia o Valle del Cauca están estrechamente ligadas a su mayor concentración de empresas medianas y grandes. El atraso de departamentos como Chocó, La Guajira o Putumayo obedece a la casi nula presencia de empresas medianas y grandes. En entornos donde existen más empresas medianas y grandes no solamente se generan empleos de mayor productividad y con mejores condiciones laborales, sino que además se propicia la creación y crecimiento de nuevas micro y pequeñas empresas, que pueden llegar a ser clientes, proveedoras o competidoras de las primeras.

Las posibilidades de sinergia, cooperación e interdependencia entre empresas de todos los tamaños son apreciadas y valoradas por casi todos los empresarios, independientemente de su tamaño. Suelen ser académicos, periodistas y, especialmente, políticos los que afirman que existe animadversión entre ellas. En mi experiencia trabajando con cientos de empresas de todos los tamaños y en diversos sectores he visto que gran parte del esfuerzo y compromiso que movilizan a un microempresario es la ilusión de algún día convertirse en un Goliat, no la de destruirlo.

Carlos Andrés Pérez 
​@caperex
Analista y Consultor Empresarial

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