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La evidencia sugiere que el cierre temporal de la infraestructura escolar a raíz de la pandemia ha generado una pérdida de aprendizaje.

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La educación en Colombia está atravesando por una situación desértica y desigual. Según el índice de Pobreza Multidimensional de 2020, la tasa de inasistencia escolar en las ciudades pasó de 2,4% en 2019 a 12,4% en 2020 y de 4,6% a 30,1% en el campo.

Esto quiere decir que el cierre de los centros educativos afectó desproporcionalmente a los niños que habitan en la ruralidad debido a las menores oportunidades y herramientas que tuvieron (y tienen) para continuar con su proceso de formación.

La evidencia sugiere que el cierre temporal de la infraestructura escolar a raíz de la pandemia ha generado una pérdida de aprendizaje. Según el BID, ninguna aplicación o algoritmo sustituye al docente en el proceso de enseñanza o a la interacción entre estudiantes en el desarrollo de habilidades sociales.

Su efecto sobre el desarrollo cognitivo y no cognitivo de los casi ocho millones de alumnos que dejaron de asistir es enorme, en especial en los hogares de más bajos ingresos con menor acceso a herramientas digitales.

Adicional, se evidencia un incremento en la deserción escolar que descansa sobre los hombros de las brechas tecnológicas.

Según el Dane, el porcentaje de hogares a nivel nacional que cuentan con computador de escritorio, portátil o tableta es de 39,3% con una heterogeneidad marcada entre las ciudades (48,2%) y el campo (10,4%). De acuerdo con Anif, los departamentos con mayor acceso a internet percibieron incrementos inferiores en la inasistencia escolar en comparación con los departamentos con una menor cobertura. Se está gestando una catástrofe de desigualdad.

El impacto va para largo. La dificultad para acceder a la educación podrá ser una condición problemática de cara a su inserción en el mercado laboral. Según Psacharopoulos (2020) el cierre por cuatro meses del sistema educativo resultará en una pérdida de 2,5% en el salario futuro de la vida productiva de los actuales estudiantes.

Ahora, el efecto para Colombia será mayor dado que fueron más de 200 días según la Ocde. Esto sin contar el impacto negativo que tendrá la desacumulación de capital humano sobre el crecimiento económico.

Ahora bien, es importante mencionar que el cierre de escuelas va más allá. A nivel internacional hay evidencia acerca de los efectos negativos que ha tenido sobre los niveles de ansiedad, de depresión y el daño considerable que ha generado sobre la salud mental de los niños y jóvenes.

Frente a esto, se requieren medidas urgentes para mitigar la situación. Primero, se necesitan evaluar las pérdidas de aprendizaje y monitorear los avances de los estudiantes.

Segundo, debe ser prioridad de política pública incorporar las herramientas tecnológicas necesarias para un adecuado proceso de formación. Por último, se deben suministrar clases de nivelación y apoyo socioemocional a los estudiantes para ayudarlos a ponerse al día con el fin de asegurar la retención escolar, principalmente en los centros rurales. Esto es un tema que nos concierne a todos.

Juan Camilo Pardo.
Analista económico en Corficolombiana.

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