El mayor acierto de un gobernante es tener total prudencia en lo que expresa, en la forma como comunica y en la escogencia del equipo que lo acompaña para que su gestión produzca impactos positivos durables que logren dar confianza en las decisiones a los inversionistas nacionales y extranjeros, a las empresas y a los consumidores. Los vaivenes en el discurso crean incertidumbre que opacan las acciones positivas que estén emprendiendo.
Con un mundo como el que vivimos, cada vez más globalizado y conectado al instante con lo que sucede, hace necesario que el gobernante siembre de la mejor manera para cosechar éxitos en su promesa de valor. Todo gobernante requiere suma capacidad y serenidad para enfrentar con éxito los vaivenes que se le presenten. Hablar o escribir en caliente sin valorar el contexto ni los actores puede llevar a una crisis de dimensiones incalculables. Cuando al líder le da tos al instante se convierte en pandemia para el conglomerado en que se desenvuelve.
Así mismo, un líder debe contar con la sensatez suficiente para reconocer los errores que cometa cuando está buscando soluciones y ser capaz de suspender, tan pronto le sea posible, el direccionamiento fallido en lugar de aferrarse a él como forma de no reconocer el fracaso. Hay que garantizar que la credibilidad tanto del líder como del equipo se mantenga al alza. La pérdida de la confianza en los gobernantes genera expectativas negativas que afectan el entorno socioeconómico y político de un país.
Es necesario que el Gobierno defina pronto los ejes centrales de la política de Gobierno construidos sobre el contexto actual y en el momento presente sin empecinarse en llevar a cabo iniciativas hechas en campaña pero que son inviables frente a la realidad que encontró al iniciar el mandato. Nadie lo va a sacrificar por desarrollar un programa de Gobierno posible, pero si, por insistir en propuestas que hacen perder la confianza en medio de una crisis mundial. Igualmente, es prudente revisar si todo el equipo escogido cumple con las expectativas para llevar el país a un mejor puerto, o por el contrario, como en un partido de futbol, es necesario hacer los cambios.
Así mismo, es urgente para el Gobierno establecer una sola línea de comunicación y un vocero autorizado sobre cada uno de los temas esenciales para evitar que hayan muchos voceros que causen más incertidumbre. Infortunadamente el Twiter abre la posibilidad de escribir en caliente, contrario al momento cuando en una sala de crisis se analizaba con el equipo cercano las decisiones a tomar y se definía la línea de los mensajes más apropiados. El momento llama a la prudencia, si se quiere acertar, y a volver a barajar el equipo, si es necesario, para que se despejen los nubarrones que hasta el momento se han creado. Vale la pena analizarlo.
Jesús Antonio Vargas Orozco
Analista