La junta directiva y la gerencia ejercen roles específicos, mutuamente complementarios, para lograr la adecuada administración de una empresa. Las necesidades y expectativas que respecto a su junta directiva tienen quienes ejercen la presidencia o gerencia general de una organización son diversas.
Un gerente espera que su junta se interese por entender claramente la empresa y sus negocios, su historia y su cultura, su estrategia y sus finanzas, así como sus retos y oportunidades de gestión. Por ello, requiere que los miembros nuevos de su junta inviertan tiempo en una inducción amplia, por fuera de sus sesiones ordinarias, y que en estas últimas sean inicialmente pacientes para escuchar a la gerencia, y a otros miembros con experiencia, sin buscar protagonismos.
La gerencia necesita una junta comprometida, cuyos miembros asistan a las sesiones y lleguen preparados producto de estudiar la información que acuerden recibir anticipadamente. Durante las sesiones, un gerente requiere la atención plena de su junta, su disposición permanente para aprender y curiosidad genuina para preguntar, a fin de obtener el mejor provecho de un tiempo breve y para cuya preparación el equipo ejecutivo hace un importante esfuerzo. Espera, además, que las reuniones se den en un ambiente abierto y de respeto, con discusiones productivas y sobre los temas más relevantes, y ajustadas a los tiempos de la agenda para avanzar a tomar decisiones sólidas y oportunas que cuenten con el total compromiso de la junta.
En todo momento, y más en situaciones de crisis, la expectativa del ejecutivo líder es que sus directores lo complementen poniendo a su servicio, generosamente, toda su experiencia y conocimiento gerencial, su visión informada del entorno y su percepción temprana de señales relevantes, sus competencias en áreas específicas, sus contactos de pertinencia para la gestión, e incluso su concepto en procesos de selección de ejecutivos claves.
El gerente demanda una junta ética, en la que se respete la confidencialidad de la información y las decisiones, cuyos miembros declaren eventuales conflictos de interés y faciliten su administración, y en la cual no se toleren actitudes o comportamientos inadecuados para que este órgano de gobierno sea un modelo de los valores de la organización.
La gerencia requiere una junta profesional, consciente de sus responsabilidades y conocedora de las buenas prácticas del gobierno corporativo, más aún en empresas familiares o cuando los accionistas son sus miembros. Dicha junta es capaz de mantener al gerente al margen de las diferencias políticas entre sus miembros y de proteger la empresa del contagio de conflictos entre sus accionistas. Su expectativa es una junta que entable una relación de respeto y transparencia con la gerencia, que vigile los conductos regulares y sea honesta con sus aportes, planteados en el marco de las sesiones y no en conversaciones paralelas. También necesita un presidente de junta que ejerza integralmente su rol, que sea un aliado con disponibilidad permanente, quien le brinda a la gerencia retroalimentación relevante.
Finalmente, quien gerencia precisa que su junta no sea un problema más que administrar, el cliente más difícil de atender, o que sus sesiones sean eventos de tan alta complejidad que impliquen la parálisis de la empresa para prepararlas. Junta y gerencia son aliados fundamentales. El éxito de la junta directiva es directamente proporcional a los logros de la gerencia a la que orienta y acompaña.
Carlos Téllez
Consultor Empresarial.
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