Finalizada la COP27 en Sharm El-Sheikh, el mensaje es que la transición energética segura, limpia, justa y transformacional ya no se discute. La relevancia ahora se centra en la forma cómo se debe ejecutar dicha transición desde las organizaciones, lo que va a requerir un cambio significativo en sus modelos de gestión y de negocios para cerrar las necesidades de talento humano, entender los sistemas aplicados y tecnologías limpias que se integren a sus operaciones, y evaluar los riesgos y oportunidades que trae la transición energética.
En ello, los líderes de negocio deben jugar a la ofensiva, asumir la transición dentro de sus responsabilidades directas, y apalancarse en la innovación, pero no solo en cuanto a sus desarrollos tecnológicos, sino fundamentalmente respecto a los nuevos modelos de negocio y escenarios de colaboración, en donde los retos que enfrenten en sus compañías e industrias se conviertan en una oportunidad accionable en el menor tiempo posible.
La COP26 invitó a las organizaciones a establecer compromisos de cambio climático, su primer paso y el más fácil; ahora, la COP27 reconoce la necesidad de acelerar el cumplimiento de esos compromisos con mecanismos de asociación y colaboración entre sectores productivos, incluso con aquéllos que usualmente no existe relación, y entre las agendas públicas y privadas en distintas geografías.
Pero este reto no sólo significa enfrentar acciones propias de descarbonización enfocadas en clima, sino que requieren tener en cuenta soluciones basadas en la naturaleza para lograr equidad social. Aquí hay un camino por recorrer.
El 83% de las empresas Fortune 500 han sido prolijas en definir compromisos de cambio climático, pero sólo el 5% tiene compromisos en pérdida de biodiversidad; y aún, fuera de estas empresas, hay entidades que están rezagadas en sus compromisos para acompañar la transición energética.
Los líderes empresariales no deben caer en la disyuntiva de tener que escoger entre la necesidad de promover y entregar energía segura y competitiva, o realizar una transición energética justa, con soluciones basadas en la naturaleza e impacto social.
Hoy es posible lograr ambos cometidos con un cambio en los modelos de negocio a partir de la innovación. En esto, la COP27 fue enfática en la necesidad de progresar distintos frentes, entre ellos, la biodiversidad, el cambio climático, el acceso al agua, ya que todos afectan la estabilidad y resiliencia de la tierra. Piénsese, por ejemplo, que la deforestación es el segundo emisor de CO2, y representa el 20% de emisiones al año.
No atender una problemática tal con recursos efectivos y la participación privada, impedirá cumplir las metas de calentamiento global que hoy ya se ven inalcanzables al 2050. Este año será decisivo para la transición energética gestionada con el sector privado; confiamos que, en la COP28 en Emiratos Árabes, se promueva una agenda paralela del sector que complemente la participación pública y los procesos de las conferencias de las partes.
Mauricio Cuesta
Consultor ESG