Durante cuatro décadas Alemania y su capital vivieron una separación de régimen político y social. La una Alemania (República Federal, RFA) se convertiría en el símbolo de la fortaleza y del desarrollo acelerado bajo el régimen capitalista y con los recursos del Plan Marshall. La otra (República Democrática, RDA), representante del régimen soviético, con una industrialización bajo el modelo socialista de la posguerra.
La realidad de la RDA se convirtió en una clara diferencia de ingresos y de desarrollo frente a la “otra” Alemania. Para evitar el desangre y la huida de sus ciudadanos, se construyó el famoso muro a principios de los 60, que separaría a la antigua capital de Berlín en dos y se militariza la frontera. Si bien, la RDA logra el mayor ingreso per cápita de los países bajo el régimen soviético, un modelo de desarrollo llamado “economía social de mercado” permite que la RFA se convierta en una potencia económica de la Europa de la guerra fría. Un mercado libre basado en unas sólidas Pymes, una participación de los trabajadores en las juntas directivas, una red social amplia y universal, y un sistema técnico-educativo práctico, fueron la base de ese éxito.
Con la caída del régimen soviético y del muro en 1989 culmina el experimento del comunismo alemán. Y un año mas tarde inicia el proceso de reunificación. Doloroso y complicado para dos países de la misma cultura, pero cuyo desarrollo habían ejemplarizado las grandes diferencias que marcaron la división mundial desde el fin de la segunda guerra mundial hasta 1990. Tres décadas después, la mayoría de los alemanes del Este y del Oeste catalogan la reunificación como un éxito.
La calidad de vida se ha equiparado en su mayoría, y la cultura social ya no tiene diferencias marcadas. Con grandes inversiones se logró que la antigua RDA tuviera una transformación del sistema educativo, se modernizara la infraestructura, se repararan daños ambientales y se construyera una economía competitiva con el traslado de empresas a centros urbanos de la antigua RDA.
Alemania hoy alcanzó una reunificación señalada por muchos como exitosa, en lo económico, y hasta en lo social. Al cruzar la frontera entre lo que era la Alemania socialista del este y la Alemania capitalista no se ven diferencias en infraestructura, en calidad de vivienda, y cada vez se cierra más la brecha salarial. Sin embargo, aun existen problemas estructurales relacionados con falta de mano de obra calificada y con unas brechas de ingreso de la población rural.
Sin embargo, persiste el peligro de que los ciudadanos del Este se consideren como ser tratados de segunda categoría, y de exclusión en muchos aspectos de la vida política y empresarial. Y mientras esa percepción continúe, el ciudadano del común en la antigua Alemania socialista está más propicio a votar por soluciones extremas, incluyendo por la extrema derecha y el rechazo de la inmigración y la inclusión.
La reunificación se ha logrado, pero el muro mental aun requerirá de tiempo para ser destruido como lo fue el muro físico. Por el bien de Alemania, y de la paz europea, ojalá se logre mas temprano que tarde.
Rafael Herz
Analista Internacional
rsherz@hotmail.com