Justo este año se conmemora la Reforma de Córdoba, Argentina 1918, la cual modernizó la universidad en el continente y, consecuentemente, la democratizó, propiciando la participación de la comunidad universitaria en la definición del destino de las instituciones de educación superior que, hasta el momento, en gran parte del continente, se encontraban bajo el manto de la toga y de un conservadurismo trasnochado, reaccionario y altamente excluyente. Pues bien, el primero de marzo de 1948 se fundó en Santander, (Colombia) una de sus instituciones públicas más emblemáticas: la Universidad Industrial de Santander (UIS), la cual cumple este año siete décadas de estar construyendo región, país y futuro.
Para la fecha, la creación de una universidad moderna, abierta a la región, al país y a sus necesidades, liberal en su concepción, representó un gran avance frente a la clerical, heredera de la mentalidad conventual que Miguel Antonio Caro y Rafael Núñez le habían impregnado a la educación del país desde finales del siglo XIX en la polis cachaca y la cultura sabanera que crearon con su ideología confesional, conservadora y autoritaria. En este contexto, la fundación de la UIS representó una verdadera revolución en el nororiente colombiano, justo en una región abanderada de la Revolución Comunera en 1781, pero también del menos conocido intento de emular la Revolución rusa, tal como se dio en 1929 en San Vicente de Chucurí, y que había tenido también su propio episodio en el municipio del Líbano Tolima, con sus “bolecheviques”.
La UIS representó también, un gran impulso al proceso de construcción y consolidación de la nación. Recordemos que, si bien Núñez y Caro modernizaron institucionalmente el Estado, la nación como tal se decretó por un “acto de poder”, y su propósito de unidad nacional no se materializó. La prueba: la guerra de los Mil Días, que desangró al país y cuyos efectos se sentirían 45 años después. Ahora, los gobiernos liberales que ascienden al poder en los años 30, en especial el de López Pumarejo (1934- 1938), sentaron bases importantes para la consolidación de ese proyecto de unidad nacional aún postergado.
Eso se hizo modernizando el país, pero, especialmente, apoyando la educación universitaria, tal como se hizo con la Universidad Nacional de Colombia.
El expresidente López Pumarejo entendió que existía una relación inextricable entre universidad y sociedad, y entre universidad y proyecto histórico. Lo importante aquí es recordar que la fundación de la UIS, si bien se da en 1948, cuando los conservadores habían recuperado el poder, fue inspirada por la lógica de la libertad y el progreso que ha caracterizado a la región, con una adenda importante: la comprensión elemental de que la universidad une país e incorpora la región a un proyecto nacional. No existe unidad nacional sin vías de comunicación, mercado interno, símbolos y, menos aún, si no hay desarrollo producto de la investigación y cultura. La universidad es un foco de cultura, y la cultura es la morada del hombre y el cultivo del espíritu. Aquí fomenta la construcción de una ciudadanía participativa, crítica y comprometida con ese proyecto nacional.
En sus inicios, la fundación de la UIS representó la incorporación de una gran parte territorial y poblacional del país al proyecto nacional. Esa incorporación fue, y sigue siendo hoy, el nororiente colombiano. Fue así como la entidad empezó a reconstruir el tejido social y nacional, y lo hizo y lo sigue haciendo de manera democrática, incluyente y, ante todo, con altos estándares de calidad, que la han consolidado entre las cinco mejores universidades públicas del país.
Ya en los años sesenta y posteriores, la UIS no solo siguió apostándole al desarrollo de Colombia con sus reputadas ingenierías, sino que creó otras facultades y escuelas, con nuevas carreras. En la actualidad, en la facultad de Ciencias Humanas, no solo se encuentran historia, idiomas, derecho, economía, filosofía, sino que se mantiene con gran vitalidad su antigua Escuela de Trabajo Social.
La semana pasada se inició la celebración de sus 70 años: lo hizo con una charla dada por el escritor Héctor Abad Faciolince, con la presentación de un excelente grupo musical, Herencia de Timbiquí, y con el anuncio del rector Hernán Porras Díaz de la firma de la resolución que adopta el necesario Protocolo para la atención a hechos de violencia basada en el género, protocolo en cuya formulación nuestra Escuela de Trabajo Social jugó un destacado papel. Este instrumento tiene como objetivo la construcción de una comunidad de vida, en la cual la violencia, la exclusión y la discriminación por género u orientación sexual no atente contra la dignidad, la integridad y la diferencia de sus miembros, pues, entre otras cosas, la diversidad es riqueza y fuente de creatividad en un país. Esta resolución del rector es una prueba más de que la entidad se mantiene “a la altura de los tiempos”, para usar aquí la famosa expresión del filósofo español José Ortega y Gasset. Así que ¡larga vida a la Universidad Industrial de Santander!, en sus setenta años.
Damián Pachón S.
Ph. D