MIÉRCOLES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2023

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Mutis, el de la Expedición Botánica...

"Es tiempo de invertir en el homenaje a este médico magnífico".

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Muchos colombianos tienen una mancha verde en su pasado académico. Se remite al día cuando el profesor de una materia que comenzó siendo Botánica, mutó en Biología y hoy está cobijada bajo la ancha campana de las Ciencias Naturales, mandó a hacer 'el herbario'. ¿Por qué no? Si ya habíamos pasado por gestas oprobiosas, como la memorización de las tablas de multiplicar y acometido pinitos artísticos como dibujar el mapa de Colombia a mano alzada...

Se trataba de disponer las hojas más representativas y entender cómo estaba formada esa breve maravilla encargada de la función clorofílica, pulmón y axila vegetal. Era la época en que todavía los alumnos hacíamos las tareas: no contábamos con la ayuda desinteresada de Mr. Google. Uno se iba para el Parque Nacional o de La Independencia, cual carnicero ecológico, a depredar la naturaleza para poder entenderla. Cuando las hojitas ya comenzaban a languidecer, seguía el proceso de pegarlas en sus hermanas de papel, para que terminaran juntas ese destino de agonía.

Entorno al cadáver de la hojita, se procedía a identificar con flechas un limbo distinto al que predicaba el Hermano Araújo. Y a señalar el pecíolo, una conexión umbilical que habíamos partido con sevicia. Y de ahí en adelante, a memorizar más que entender si todas las hojas son sésiles...

Fieles al proceso depredador que representaba la elaboración de 'El herbario', tampoco servimos para cuidar la naturaleza. Esa platica de una supuesta educación se perdió cuando arrasamos con los humedales y hundimos en los cerros grúas y sierras, para levantar tugurios o apartamentos panorámicos. ¿'El herbario'?

Algunos lo conservaron durante un tiempo imprudente, como el diente de leche o el manojo de cabellos tiernos, pero terminó extraviado en las vicisitudes de un trasteo o simplemente pereció cuando le clavaron la pregunta ¿para qué guardo esta vaina?
Como la educación era un inmueble de piezas independientes e incomunicadas, tampoco relacionamos 'El herbario' con el rol trascendental que jugó un hombre sabio, estrella de la distante clase de Historia: José Celestino Mutis. En todo caso, y para salvar la honra académica, el sabio Mutis quedó para siempre vinculado con 'La Expedición Botánica' ("¿Mutis? Ah, sí, el de la expedición botánica").

Bueno, pues para que este año sepamos verdaderamente de Mutis y su época, y de la Expedición Botánica, el gaditano que terminó prácticamente varado en la Nueva Granada está cumpliendo 200 años, desde el domingo 11 de septiembre que se apagó como una flor extenuada. No solo había entregado a esta tierra su inagotable saber, sino todo su peculio, determinando el nacimiento menesteroso de la investigación científica, que entonces suplicaba al mecenazgo real, como hoy tiende la mano a un aporte privado o a una desdeñosa votación parlamentaria. Es tiempo de invertir en el homenaje a este médico magnífico, que también sentó las bases de la higiene: hacer que este bicentenario no sea otra hoja, pero del almanaque, que termine más perdida que 'El herbario'.

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