Hoy no se puede creer en la palabra empeñada. Si Uribe sin sonrojarse olvidó que cuando era candidato por primera vez dijo: "sería deshonesto tramitar en causa propia una modificación como esta..." y además sentenció que estaba en total desacuerdo con la misma, pero a los pocos meses resultó que fuimos los colombianos quienes lo obligamos a ir contra su ideario y tuvo que sacrificarse por el país.
Hace poco algún personaje nefasto, cumpliendo órdenes superiores, propuso la segunda reelección para ver qué sucedía; de inmediato fue entrevistado el Mandatario, quien afirmó no estar de acuerdo y cuestionó a los presidentes vecinos que se querían perpetuar en el poder con argucias, por poner en riesgo sus democracias. Muchos ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Pronostiqué en varias de mis columnas durante los últimos cinco años que íbamos para una dictadura disfrazada de democracia, que acentuaría la corrupción y la politiquería por los excesos de poder y la politización de la justicia. Hoy es una realidad y basta observar el tema de las Cortes, los procesos a los 'paras' y la 'parapolítica'. No hay equilibrios de poder entre las tres ramas, ni mucho menos, pesos y contrapesos. Tan solo echemos una mirada a los últimos acontecimientos con las fiduciarias, el mal manejo de las tierras, las chuzadas 'presidenciales' y los cuantiosos contratos de concesión, entre otros hechos que tocan a su bancada y a los más cercanos amigos de Palacio, todo esto sin que nada pase. Nuestro panorama nacional es la prueba de que teníamos la razón quienes nos oponíamos a la gestación de este nuevo régimen dictocrático.
De once presidentes que en el mundo modificaron sus Constituciones para permitir la reelección inmediata, nueve lo volvieron a intentar por segunda vez, y la mayoría, o no culminaron su mandato, o terminaron defendiéndose en los estrados judiciales y hasta en la cárcel. Preguntémosle a Menem, a Marcos y a Fujimori cómo van a terminar Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. Para solo enumerar algunos casos cercanos de esta clase de prohombres que se fueron endiosando, gracias al manejo de los medios y a las prebendas burocráticas. Afortunadamente el pueblo los condenó por sus hechos y no fueron aceptadas más encuestas ni más mentiras.
La oposición será fundamental para denunciar e iniciar la lucha con el fin de impedir el entronamiento de esta nueva dictadura, pero los que finalmente hundirán y colocarán el último puntillazo a este despropósito serán los presidenciales amigos de este gobierno, que se hacen pasar como los más fervientes uribistas, los mismos que han sacado toda clase de beneficios: notarías, embajadas, contratos y puestos para sus familiares y sus bancadas. Serán ellos quienes pensando mediáticamente, por si son ciertas las encuestas, los que dirán a grito herido que acompañan su segunda reelección. No obstante, por debajo de la mesa, de manera soterrada y certera, la liquidarán.
Bien me lo dijo un ministro muy cercano al régimen, que ellos lo tienen claro, que no solo tienen un Judas, sino varios, además Dimas y Gestas que aspiran, mientras tiran la piedra y esconden la mano, para lograr su objetivo de impedir la hecatombe. De fracasar el trabajo hecho por los traidores, nuestro mandatario muy seguramente estará dispuesto 'otra vez más', a sacrificarse por su pueblo irredento. Los opositores no nos cansaremos, hasta quitarle el velo de los ojos a los que no se han dado cuenta que aquí tenemos una dictocracia, que es la misma que critican del vecino pero distinta simplemente porque la ejerce Uribe.