Con la propuesta del doctor Enrique Peñalosa, alcalde Bogotá, de democratizar el 20 por ciento de las acciones en circulación de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), se vuelve a alborotar el avispero político, como sucedió con la venta de la participación del Estado en Isagen. No es mi propósito entrar en la discusión filosófica de política económica de izquierdas y derechas, pretendo solamente referirme a esta alternativa de financiación propuesta por el Alcalde.
Sería ideal no tener que enajenar ninguna inversión rentable de la ciudad, pero, debido a las limitaciones presupuestales existentes, se debe buscar la manera de administrar los escasos recursos, de forma tal que se atiendan las diferentes necesidades de sus habitantes.
Dado que al realizar la democratización propuesta, Bogotá conservaría el 56,29 por ciento de las acciones de la empresa de la cual es ahora propietaria del 76,29 por ciento, continuaría siendo su accionista mayoritario. Este hecho es importante, no solo per se, sino que claramente indica que el Distrito quiere continuar siendo accionista. Entonces, la propuesta es reducir la participación del Distrito Capital en la EEB y poder atender uno de los mayores problemas que tiene la ciudad, el de la movilidad.
Además de la propiedad de Bogotá en la EEB, al 30 de junio pasado, los porcentajes de propiedad de los demás accionistas son: Porvenir, 6,99; Protección, 5,50; Colfondos, 1,95; Old Mutual, 0,69; Corficolombiana, 3,56, y el restante 5,02 por ciento entre accionistas menores.
Ahora bien, debe haber claridad sobre algunas cosas que se dicen en los medios con respecto a este proceso de enajenación, que debe cumplir con todo lo establecido en la Ley 226 de 1995 y ser cuidadosamente reglamentado para que se cumpla con el propósito de democratización.
En primer lugar, argumentar que la oferta iría dirigida a los bogotanos para que mantengan la propiedad de la empresa, es un sofisma de distracción politiquero, pues ni serían solo los bogotanos que puedan comprar ni tampoco es cierto que la compañía sea actualmente de ellos.
Segundo, se dice que habría un grupo económico que estaría interesado en comprar todo el paquete, esto no sería posible bajo la figura de democratización en la cual se fijan cuantías máximas a ser adquiridas por un solo beneficiario real.
Y tercero, el argumento de que un fondo de pensiones, por definición, constituiría una democratización es una falacia, puesto que los afiliados al fondo no pueden ejercer los derechos políticos asociados a la propiedad accionaria. También el Concejo de Bogotá debe tener claridad acerca de la forma como el dinero, producto de la venta de las acciones, iría a invertirse en la solución de los problemas de movilidad.
En síntesis, la propuesta del alcalde Peñalosa es la de vender una parte de las acciones que la ciudad tiene en la Empresa de Energía de Bogotá, y beneficiar con el producto de esa venta a los ciudadanos con proyectos que hagan más amable vivir en la metrópoli. Si es así, y el precio de venta es adecuado, yo estoy de acuerdo en cambiar una cosa por otra.
Experto en inversiones bursátiles
paulweisss@yahoo.com
EEB, una cosa por otra
Con la propuesta del alcalde Peñalosa de democratizar el 20 % de las acciones en circulación de la EEB, se vuelve a alborotar el avispero político.
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