La democracia no solo es una expresión de la voluntad de la mayoría de los electores, sino también permite la creación de alianzas que establecen controles y limitan decisiones extremas.
Estos mecanismos de control y de establecimiento de mayorías cambiantes, se da a través de alianzas, muchas veces inesperadas y contra intuitivas.
Un ejemplo reciente se ha dado en Israel. Una coalición de aliados con ideologías disimiles se estableció para sacar del poder al primer ministro Netanyahu, acusado de corrupción, después de 12 años.
Se unieron, entre otros, un partido ultra-nacionalista religioso que apoya los asentamientos judíos, un partido de la minoría árabe, y un partido secular dirigido por un ex presentador de televisión.
En Alemania, se establecen coaliciones cambiantes a nivel nacional y estatal con el propósito de facilitar una transición ordenada del poder y evitar que partidos extremistas, como el xenofóbico y nacionalista AfD, lleguen al poder.
Así por ejemplo, gobiernan desde años a nivel central el partido demócrata-cristiano junto con el social-demócrata. Y a nivel estatal, se han unido partidos con diferencias de fondo como el partido verde ambientalista y el partido liberal que pretende una economía de mercado con mínima regulación.
Pero estas coaliciones impensadas, no solo se dan en regímenes parlamentarios. En los EE. UU. acaba de aprobar una mayoría de demócratas y republicanos en el Congreso, unos elementos de política industrial con el propósito de fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico, para así competir con China y “retomar” el liderazgo global como potencia económica.
En sistemas presidenciales en América Latina también se pueden dar coaliciones y alianzas como control al poder del ejecutivo. En las recientes elecciones en México, el partido del presidente López Obrador (Morena) perdió la capacidad de hacer cambios constitucionales con mayoría absoluta. Y, en Perú, independientemente de quién sea finalmente declarado presidente en las más reñidas elecciones, no tendrá mayorías en el Congreso y tendrá que buscar acuerdos con partidos de la oposición.
Las coaliciones y alianzas son un elemento esencial de las democracias. Deben ser vistas como la forma de evitar decisiones que reflejan posiciones extremistas, o de evitar el poder irrestricto de mandatarios corruptos o dispuestos a poner en peligro la institucionalidad.
Si bien, pueden ser coaliciones inestables con intereses de corto plazo (posible ejemplo como la alianza del PSOE y Podemos en España) en algunos casos, o que perpetúan en el poder a ciertos líderes como fue en el mismo Israel durante los 12 años de Netanyahu, también permiten llegar a mínimos comunes denominadores que logran consensos alrededor de lo esencial.
Estas coaliciones son una forma de buscar una representatividad mayor de la sociedad, son formas de lograr que transiciones de poder no sean abruptas, son formas de proteger intereses de mayorías calificadas ante abusos de poder.
Son expresiones de que una democracia funciona y que, grupos o partidos con diferencias aparentes, se pueden aliar cuando se trata de defender lo esencial: la inclusión, la institucionalidad, la iniciativa privada, la libertad de expresión, los derechos humanos.
Rafael Herz
Analista Internacional
rsherz@hotmail.com