Lo que ocurrió hace un año en la toma del Capitolio, fueron imágenes que nadie hubiera esperado de la cuna de la democracia occidental. Fueron demostraciones violentas de una sociedad altamente polarizada y dividida, y el rompimiento con la tradicional entrega pacífica del poder. Un año después, la sociedad americana sigue sin haber podido sanar esas heridas
En los discursos de conmemoración de dichos eventos, los ataques de Biden a su antecesor, fueron directos y fuertes. Biden dejó claro que le cabe una responsabilidad indiscutible a Trump al señalar que “por primera vez en la historia de nuestro país, un presidente no solo perdió unas elecciones, sino buscó evitar la entrega del poder con la ayuda de unos criminales violentos”. No sólo Biden, sino varios congresistas Demócratas, señalan que Trump incitó a la violencia y luego durante muchas horas no hizo nada para detenerla.
Al mismo tiempo, Trump y sus aliados Republicanos buscan retomar el poder a través de unos cambios del sistema electoral. Por un lado, restringen la posibilidad de votos por correo que usan sobretodo las minorías de color, por otro les dan más poder a los observadores partidistas de las elecciones a nivel estatal. Estos cambios se vienen argumentando al seguir señalando que las elecciones del 2020 fueron fraudulentas.
Frente a las elecciones de mitad de período presidencial en noviembre del 2022, esto augura unas discusiones internas complicadas. Si ganan los Republicanos, lo que pareceira probable ante la crisis de los gobiernos en poder, los Demócratas van a señalar que los cambios electorales han limitado la participación de minorías. Si los resultados son menos positivos para la oposición, volverán a señalar que el sistema electoral es fraudulento. Discusiones que se repetirán en las elecciones presidenciales del 2024.
La polarización al interior de los Estados Unidos ha significado un mayor peso de aspectos domésticos en la discusión política como la reactivación de la economía y la lucha contra la inflación. Pero también, discusiones alrededor de los valores propios de la democracia interna y del posicionamiento de los partidos. Esto significa un mayor vacío y una menor importancia en aspectos de política exterior.En el pasado, ese vacío lo han aprovechado China y Rusia para cimentar sus intenciones geopolíticas. En la actualidad, estas dos potencias tienen sus propios problemas internos. China busca la reelección de Xi Ping en épocas de una política de ‘cero covid’ que ha implicado enormes restricciones y mayor intervención estatal en la economía. Rusia se ve enfrentada a una mayor oposición interna al régimen totalitario de Putin y disputas regionales en Ucrania y Kazajistán.
Así, uno de los grandes vacíos y riesgos al inicio de este 2022 es un una falta de liderazgo global ante los retos que aún impone la pandemia, las presiones inflacionarias, los flujos inmigratorios y el cambio climático. Los Estados Unidos debilitados, y las autocracias de China y Rusia inmersas en problemas internos, significan una deriva peligrosa ante problemas que necesitas atención inmediata para coordinar esfuerzos en aspectos de vacunación global, soluciones a las cadenas de suministro, reducción de emisiones, mejora de la situación social y económica en los países en vía de desarrollo.
RAFAEL HERZ
Analista Internacional
rsherz@hotmail.com