Sin duda, el sector se ha convertido en pilar del desarrollo económico y social del país. La política petrolera iniciada a finales de los años 90 ha mostrado resultados positivos en la última década, pero el futuro no está aún asegurado. Se requieren cuantiosas inversiones y la aplicación de tecnologías en campos ya descubiertos, junto con el hasta ahora esquivo descubrimiento de nuevos y significativos yacimientos. Para que ello se dé, es necesario asegurar que el sector pueda desarrollar sus operaciones y ejecutar sus presupuestos, los cuales, desafortunadamente, se están viendo afectados por diversos motivos.
En efecto, en la última década, el sector de hidrocarburos muestra un crecimiento importante en materia de exploración y producción de petróleo y gas natural. Todo ello ha llevado a que hoy represente más de la mitad de las exportaciones de Colombia y contribuya con una tercera parte del total de la inversión extranjera directa. En materia de renta, el país ha acertado al implementar un moderno y autoajustable sistema de impuestos, regalías y contraprestaciones contractuales, que le permite capturar el 70 por ciento de la renta que genere cada barril producido, al paso que mantiene su competitividad para atraer inversión al sector. De hecho, hoy es el principal contribuyente en imporrenta (36 por ciento del impuesto a cargo total en el 2012). Y en el pago de regalías causadas se ha pasado de aportar 2,6 billones de pesos en el 2004 a pagar 7,8 billones de pesos en el 2012.
Pero el futuro no está asegurado. Es evidente que desde el 2011 el sector está creciendo a una tasa menor que la que traía, lo cual preocupa en cuanto que su principal reto es aumentar reservas, y esto solo se logra con una actividad y unos niveles de inversión vigorosos. El principal supuesto para que el sector pueda continuar invirtiendo es la estabilidad en las reglas del juego, y por eso preocupan las continuas iniciativas para gravarlo más. Hay que perseverar en darles elementos de juicio suficientes a los tomadores de decisiones para que no caigan en la tentación de matar a la ‘gallina de los huevos de oro’.
Con respecto a las oportunidades, hay un potencial que invita a ser optimistas. Los inversionistas se muestran interesados en continuar y aumentar sus inversiones en los campos existentes, aplicando tecnologías novedosas. Esto es prioritario porque el actual aporte del sector a la economía del país se debe, en un alto porcentaje, a las mayores producciones de petróleo y gas natural en campos existentes.
La geología también ofrece un potencial para que se den significativos descubrimientos. Los geólogos tienen cifradas sus expectativas en regiones interesantes como los Llanos Orientales, destacándose el potencial en materia de crudos pesados. De igual forma, las inversiones por realizarse en el mar Caribe, en la búsqueda de gas natural y petróleo crudo, así como las que se esperan poder realizar para encontrar los llamados yacimientos no convencionales en el valle del río Magdalena.
Estos últimos han generado una verdadera revolución energética y geopolítica en Norteamérica, en la medida en que permitirán el autoabastecimiento petrolero de Estados Unidos, así como la posibilidad de exportar al mercado internacional, internamente han disminuido los precios del gas natural, generando un impacto ambiental positivo por el desplazamiento de sustitutos menos limpios, y han disparado los niveles de empleo en varios Estados de ese país. En Colombia resultará particularmente importante el desarrollo de estos yacimientos en la lucha contra la pobreza.
De allí que se deban enfocar los esfuerzos en lograr que las operaciones del sector puedan realizarse. A nivel nacional, es fundamental la prioridad que el Gobierno le ha dado a definir las reglas del juego en materia ambiental, mediante el estudio serio y sistemático de los potenciales impactos y las medidas a tomar para evitarlos o mitigarlos. De similar importancia es la coordinación interinstitucional en materia de permisos y autorizaciones gubernamentales, así como en el manejo de la proliferación de decisiones de autoridades regionales que están prohibiendo la actividad en extensas zonas con prospectividad geológica. Teniendo ello en su lugar, se destacan el reto y las oportunidades que genera la importante demanda de bienes y servicios del sector, para poder realizar sus operaciones.
A nivel local y regional, la situación es compleja y amerita especial atención. Los continuos bloqueos están afectando la ejecución de las actividades; es una situación que se está tornando cada vez más determinante en regiones con problemas institucionales que afectan su gobernabilidad, y con los ánimos caldeados por la reforma a la distribución de las regalías y la manera como se ha dado su implementación. Bien hace el Ministro de Minas y Energía al llamar la atención sobre esta preocupante situación.
El sector desea retomar el sendero de crecimiento vigoroso que traía, pero requiere de acompañamiento gubernamental efectivo para que sus operaciones puedan realizarse, así como estabilidad en las reglas y normas impositivas. No se puede bajar la guardia, pensando que el futuro petrolero está asegurado, porque no es así.
Alejandro Martínez Villegas
Presidente Ejecutivo de la Asociación Colombiana del Petróleo