El dicho de que la información es la moneda corriente más valiosa hoy en día tiene aspectos más literales de los que siempre entendemos.
El debate actual sobre Bitcoin es un ejemplo moderno del concepto clásico de Thomas Khun, un 'cambio de paradigma' que inicialmente fue una idea muy importante pero que ahora el léxico de negocios ha subsumido como un octopus extraterrestre. El ejemplo famoso de Khun trata sobre aquellos que, en reacción contra la Teoría de la Relatividad de Einstein, contaron que el espacio es algo lineal, técnicamente correcto porque la definición de 'espacio' en las ciencias físicas fue algo lineal y necesario para facilitar los modelos actuales. El debate sobre Relatividad inicialmente se dio en los términos incorrectos, Einstein estuvo proponiendo un sistema de modelos completamente diferente.
Estamos ahora en el mismo momento con cripto-monedas, las personas que dicen que Bitcoin no es una moneda tienen razón. Bitcoin no se define actualmente como 'moneda' y usar este adjetivo establece todas las expectativas incorrectas. Una moneda es algo simbólico que cuenta con la garantía de un gobierno soberano, y el sistema conectado de la economía global convierte la garantía de un gobierno a una garantía colectiva de muchos, por ejemplo, con el rol actual de Alemania en la Zona Euro y de los EEUU durante la Crisis Tequila.
Bitcoin es exactamente lo contrario en el sentido de que un Bitcoin resulta de un proceso tecnológico, pero no tiene la garantía de nadie; la garantía esta vez es tecnológica: que el proceso de minería digital no puede ser ‘hackeado’ y que las transacciones son anónimas (garantías que tienen varios problemas que serían el tema de otro escrito).
El gran reto es que la estructura de instituciones y el sistema financiero fueron desarrollados en el contexto previo de mercados y transacciones. Eso ciertamente no indica que no tienen conocimiento e infraestructura relevante, sólo que ahora el reto es aplicarlos en formas diferentes. Las dinámicas e incentivos de instituciones establecidas en cualquier sector son basadas en su estructura actual y rara vez permiten cambios dramáticos. Hacer que sea posible necesita el involucramiento directo de los altos ejecutivos.
El trabajo de los gerentes es establecer las condiciones para incentivar independencia e innovación personal, pero en momentos de cambio profundo es establecer la nueva misión y los procesos e incentivos para lograrlo.
La buena noticia es que los bancos tienen muchas opciones y medios para involucrarse proactivamente en esta evolución, pues ya tienen conocimiento y cuentan con sistemas de criptografía súper sofisticadas, desarrollados en un contexto diferente, pero que ofrecen la oportunidad de adoptar el uso y gestión de cripto-monedas. La fuente de moneda va a cambiar profundamente porque no vendrá desde arriba en forma de un banco central, con implicaciones para las dinámicas de poder dentro de las instituciones y el sistema.
Los gobiernos deben estar involucrados en el sentido de impuestos y política pública, pero su rol como fuente, y aún centro de gravedad para los mercados financieros, va a cambiar.
Por otro lado, las instituciones financieras deben desplegar sus recursos actuales para establecer los sistemas que los ayuden a integrarse con los ‘startups’ que están liderando las innovaciones en áreas como cripto-monedas y la banca móvil.
El primer paso en este camino es simple: los ‘startups’ necesitan cuentas de banco y servicios financieros básicos, pero encuentran dificultad porque los modelos de evaluación y de gestión de riesgo actuales están calibradas para negocios más tradicionales. Un ‘startup’ no es un PyME, y la línea de negocios con ellos no puede ser una parte de la línea de PyMEs.
Erik Stettler
Director programa Socialatom y Ruta N