Diversificar, invertir a largo plazo, minimizar los costos asociados mediante productos indexados, reequilibrar ocasionalmente el portafolio para que no se aleje demasiado de su composición original.
La propuesta, originada en la teoría de los mercados eficientes, es el camino a seguir para el común de los mortales en su búsqueda de capturar la prima de riesgo que ofrece a largo plazo el mercado de acciones. Alguna razón debe haber para que su más connotado proponente, el profesor Eugene Fama, se haya llevado la mitad del último Nobel.
Otra cosa es que, por problemas de comportamiento, raramente la llevemos a cabo.
La única alternativa viable consiste en identificar alguno de esos gurús exóticos que rara vez fallan en sus recomendaciones tácticas, haciendo poner de cabeza la composición de un portafolio.
Pero un creciente número de investigaciones académicas a partir de los años sesenta, ha demostrado que gracias a algunos ‘factores’, característicos de ciertos grupos de acciones, es posible lograr mejores retornos sin asumir mayores niveles de riesgo.
El tema se ha puesto de moda, y palabras más, palabras menos, significa que a la teoría de los mercados eficientes le siguen apareciendo nuevos boquetes.
El factor de ‘momentum’, por ejemplo, se refiere a la anomalía quizás más llamativa y persistente, curiosamente tomada en serio por la academia solo a partir de los años noventa. (De tiempo atrás, inversionistas de la talla de George Soros ya la venían explotando). El primer estudio formal fue elaborado en 1993 para el período 1965-1989, por los profesores Titman y Jegadeesh de la Universidad de California en Los Ángeles.
Por medio de inversiones trimestrales en las acciones con mayor rendimiento en los doce meses previos, y apostando simultáneamente a la caída de aquellas con los retornos más pobres, comprobaron que el fenómeno tiende a mantenerse durante períodos de hasta dos años.
En un estudio recientemente publicado, los señores Clifford Asness, Andrea Frazzini y Ronen Israel, de la firma AQR Capital Management, y el profesor Tobías Moskowitz de la Universidad de Chicago, muestran cómo la existencia de ‘momentum’ ha sido comprobada empíricamente con datos correspondientes a más de doscientos años en el mercado accionario de los Estados Unidos. E igualmente en cuarenta países, y en una docena de diferentes activos.
EL ‘MOMENTUM’ CLAVE
Según el estudio, en los períodos 1927-2013, 1963-2013 y 1991-2013, las acciones con mayor ‘momentum’ tuvieron rendimientos superiores con respecto al resto del mercado en 8,3 por ciento, 8,4 por ciento y 6,3 por ciento respectivamente, en promedio al año. El efecto fue comprobado con una frecuencia cercana al 80 por ciento, y consistentemente superior al ofrecido por otros factores.
Es un hecho comprobado entonces que en promedio, las acciones con buen desempeño con respecto al mercado tienden a continuar haciéndolo durante algún tiempo más, y que lo contrario sucede con las que se han comportado relativamente peor; y al menos por ahora, no se evidencia ninguna merma en el fenómeno. En cuanto a explicaciones, en gran parte se remiten una vez más al ámbito de comportamiento y sesgos mentales.
La gama de factores documentados ha ido creciendo, y sobresalen entre otros los de valor, baja capitalización, baja volatilidad, calidad y ‘momentum’. Pero a diferencia de los dos primeros, utilizados desde hace tiempo en la diversificación de portafolios, los instrumentos disponibles para invertir en el factor ‘momentum’ son bastante recientes.
El fondo iShares MSCI USA Momentum Factor (MTUM) es un ETF que invierte de acuerdo con un índice integrado por las acciones que vienen exhibiendo las mayores alzas en los más recientes períodos de 6 y 12 meses, dentro del universo de empresas norteamericanas de alta y mediana capitalización. Entre 100 y 150 empresas son incluidas, con un peso relativo que depende tanto de una metodología propia para establecer la influencia del factor, como de su capitalización.
La alta rotación que conlleva hace que sea prácticamente imposible implementarla individualmente.
Fue creado en abril del 2013 y maneja activos cercanos a 300 millones de dólares. El volumen diario transado es tan solo de veinte mil acciones, inadecuado para los especuladores.
Su costo anual es de 0,15 por ciento, y de acuerdo con la forma como el factor está definido, el índice no toma posiciones explícitas con respecto a la dirección del mercado.
Por el lado de los fondos mutuos, la firma AQR ofrece el AQR Momentum (AMOMX), creado en julio del 2009 y con mil millones de dólares en activos. Su rentabilidad anual en tres años ha sido de 16,3 por ciento, inferior al 17,3 por ciento del S&P 500, y con una volatilidad ligeramente superior.
Es importante tener en cuenta que los retornos de estas estrategias son altamente cíclicos, muy dependientes tanto de factores macro-económicos como de las fuerzas propias del mercado.
Pueden funcionar sorprendentemente bien en períodos extremos, e igualmente rezagarse durante períodos prolongados.
Y como para algunas de ellas es irrelevante si las acciones están caras o baratas, a la hora del té el elemento más importante en el mundo de las inversiones, pueden generar experiencias dolorosas en medio de las inevitables correcciones.
Lo interesante es que no todos estos factores responden a las mismas fuerzas, por lo cual pueden constituirse en una fuente de bajas correlaciones. No son en realidad una alternativa a la propuesta de los mercados eficientes; más bien pueden ser un buen complemento.
Harry Adler
Asesor en Inversiones Internacionales