Los países en los que estos cambios han sido más profundos –Chile, Perú, Colombia, Brasil, Panamá y México– son aquellos que reconocen el poder del espíritu emprendedor, creando un entorno en el cual los negocios pueden crecer. Esto demuestra que los intereses de las empresas responsables están alineados con los de la sociedad.
Donde hay estado de derecho, buen gobierno, servicios públicos eficaces, y comercio libre y justo, la sociedad se beneficia, proporcionando un ambiente en el cual la inversión es segura y los negocios pueden prosperar.
Una forma en que el progreso económico y social puede avanzar es mediante el fortalecimiento de las micro y pequeñas empresas en toda la región. Los micro y pequeños negocios son fundamentales para el crecimiento económico, pues juegan un papel emprendedor para satisfacer las necesidades de los consumidores locales y negocios más grandes, impulsan mejoras en la innovación, y juegan a menudo un papel clave dentro de las comunidades. Más importante aún, crean empleos locales y fuentes de ingresos, sacan a la gente de la pobreza y dan mayor autonomía económica a las mujeres.
Según el Global Entrepreneurship Monitor (Monitor Global de Emprendimiento), los países latinoamericanos tienen un alto potencial para la generación de competitividad y bienestar a través de la creación de nuevas empresas.
Algunas de las sociedades más emprendedoras en el mundo se encuentran en América Latina, incluyendo a Colombia, Perú y Panamá. Los datos del Banco Mundial sugieren que, en promedio, 1,31 nuevas empresas se registran cada año por cada 1.000 personas en países de América Latina, en comparación con cuatro en naciones de altos ingresos.
Uno de los obstáculos para que el emprendimiento libere todo su potencial en América Latina es la falta de capital de riesgo y de redes de apoyo empresarial que vayan más allá del círculo familiar. Crear un crecimiento dinámico y duradero en las pequeñas empresas requiere algo más que la simple oferta de subsidios o capital semilla. Lo que se necesita es un enfoque ecosistémico para el apoyo empresarial, que incluya redes para la construcción de capacidades, mentoría, y acceso a fondos y mercados.
Por ejemplo, en Colombia, Perú y otras partes de Latinoamérica, nos hemos asociado con instituciones financieras para facilitar el acceso a crédito y así ayudar a tenderos a fortalecer sus negocios y aumentar sus ingresos.
En Colombia, más de 4.000 tenderos se han beneficiado, en dos años, gracias a 6 millones de dólares puestos a disposición en forma de microcréditos financieros.
Con base en esta experiencia, hemos decidido replicar y ampliar el programa para beneficiar a 40.000 tenderos de seis países latinoamericanos, favoreciendo a cerca de dos millones de personas en total. Los tenderos tendrán así la oportunidad de desarrollar sus habilidades y competencias para garantizar la sostenibilidad de sus negocios y la calidad de vida de sus familias, y para contribuir a mejorar el bienestar y desarrollo de sus comunidades.
Hemos visto cómo el espíritu emprendedor de la región puede y debe ser aprovechado para crear un crecimiento económico equitativo y sostenible en beneficio de las comunidades y las sociedades. Insto a los participantes en el Foro Económico Mundial sobre América Latina –llevado a cabo la semana pasada en Lima, Perú– a asegurar que el progreso siga avanzando a través del reforzamiento del estado de derecho y el buen gobierno.
En pocas palabras, a construir y sostener las estructuras sobre las que las empresas puedan invertir con seguridad, permitiendo a las sociedades tener éxito.
Una forma en que el progreso económico y social pueden avanzar es mediante el fortalecimiento de las micro y pequeñas empresas en toda la región. Los micro y pequeños negocios son fundamentales para el crecimiento económico.
Graham Mackay
Presidente mundial de SABMiller