Recientemente, salieron los datos anuales de pobreza del país. Dos consideraciones, al respecto, quisiéramos hacer desde el Pnud. De un lado, los resultados de avances en pobreza hay que mirarlos siempre de manera relativa. De otro, hay que señalar que existen estrategias y políticas que mantienen a las personas un ‘poco por encima del nivel de pobreza y otras que definitivamente son soluciones estructurales para salir de la misma.
Lo primero, tiene que ver si miramos la parte vacía o llena del vaso. El Gobierno –con razón– reclama victoria por los avances obtenidos. Debemos decir, objetivamente, que vamos en la dirección correcta en la lucha contra la pobreza, pero con énfasis y velocidades diferentes desde el punto de vista poblacional y territorial. Mientras el país logro el 28,5 por ciento en la línea de pobreza, Chocó y La Guajira estaban por encima de 60 por ciento. La pobreza rural es el 41 por ciento, y así sucesivamente. Bucaramanga y Bogotá, que son las ciudades con menor pobreza, 8 por ciento y 10 por ciento, respectivamente, albergan 93.000 y 785.000 mil pobres, en su orden. En total, Colombia tiene todavía cerca de 13 millones de pobres, así hayan salido de la pobreza más de tres millones en los últimos cinco años.
Aquí hay dilemas muy importantes para el Gobierno. Dónde priorizar: dónde es mayor la pobreza ¿Chocó?, o dónde hay más pobres ¿Antioquia? Obviamente, no es una situación excluyente. A ambos se debe atender, pero los enfoques no pueden ser los mismos. Los aliados en uno y otro caso, cuentan con capacidades diferentes: sociedad civil, sector privado, gobiernos locales, son desiguales en sus posibilidades de hacer cosas y de movilizarse.
Lo que sí es necesario enfatizar es que el tema de focalización es muy importante, en el sentido de que identificar departamentos pobres es diferente a identificar dónde están los pobres para ser atendidos. Están en La Guajira y el Cauca, pero también en Bogotá y Antioquia, y la manera de atender a uno y otros deben ser con políticas con énfasis territorial.
El otro punto que quiero señalar, es que a medida que se reduce la pobreza, se hace más y más difícil sacar de la misma a los que allí van quedando. Si seguimos al ritmo actual de 2 puntos porcentuales anuales, nos faltan 10 años aproximadamente para alcanzar a Chile, si es que traumatismos como la crisis petrolera, no nos hace retroceder. Por eso, es muy importante definir dónde se enfocan los esfuerzos gubernamentales.
Generalmente, las ocupaciones informales, si bien es cierto, no permiten que las personas caigan en la pobreza extrema, o en la pobreza, tampoco van a permitir dar el salto largo para escaparse de la misma. El mototaxista, el vendedor callejero y el campesino, si logran superar la línea de pobreza, no se van a alejar mucho de ella. Van a estar en lo que se conoce como el ‘grupo de vulnerables’: aquellos que por una calamidad doméstica, pérdida de trabajo, enfermedad, desastre natural, vuelven a caer fácilmente en pobreza.
Son el trabajo decente –pagado justamente– y la educación pertinente y de calidad en el largo plazo, los dos antídotos contra la pobreza. En estos dos esfuerzos, así no haya réditos políticos inmediatos, es que el país debe hacer los esfuerzos más importantes de desarrollo.
El problema, como se ha señalado muchas veces, son las grandes desigualdades territoriales. Las tres Colombias que coexisten en un solo país. Hay actualmente esfuerzos y resultados sociales importantes, como históricamente no se habían logrado. Hay, de otra parte, expectativas de continuidad en el crecimiento de la economía que esperamos nos sigan reportando noticias positivas para lo social. Si logramos firmar el acuerdo de paz, pero, sobre todo, si el posconflicto se traduce en mayores bienes públicos e inclusión social y económica para los hoy marginados, habremos dado pasos importantes.
Desafortunadamente, en la lucha contra la pobreza, no hay milagros. No existen soluciones súbitas, sorpresivas o inmediatas. Lo que hay es que aunar esfuerzos, sumar y perseverar, sector privado, cooperación internacional, sociedad civil, gobiernos local y nacional para vencer este flagelo.
Fernando Herrera
Coordinador de Pobreza, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.