MIÉRCOLES, 06 DE DICIEMBRE DE 2023

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Análisis/Realidad agrícola

Los de a pie nos están demostrando una realidad rotunda, consistente con la evolución de otros indicadores, en los que, según los últimos datos disponibles, la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad (Coeficiente de Gini) aumentaron en las zonas rurales del país entre el 2011 y el 2012.

Redacción Portafolio
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Redacción Portafolio

Los datos de crecimiento económico del segundo trimestre de este año (4,2 por ciento) sorprendió a los mercados y analistas, quienes esperaban una cifra significativamente menor.

Como era de esperarse, el Gobierno salió a cobrar este resultado como si fuera un extraordinario logro suyo. Debido a que el dato de crecimiento económico global fue jalonado por el sector agropecuario (7,6 por ciento), también el exministro Juan Camilo Restrepo salió a cobrar lo suyo con un parte de victoria: “Pero las cifras reveladas por el Dane son rotundas (…), si no hubieran estado en marcha múltiples instrumentos de apoyo al agro (…) no hubiera sido posible registrar los incontrovertibles resultados que acaba de divulgar el Dane”.

Sin embargo, profundizando solo un poquito, los mismos guarismos arrojan interrogantes que hay que despejar. El dato de crecimiento del sector agropecuario se debería fundamentalmente al café (32,4 por ciento), cuyo dinamismo obedecería principalmente a un rebote como resultado del proceso de renovación iniciado en el 2007 y el 2008, y no a otras causas que impliquen políticas posteriores o recuperación alguna.

En efecto, desde el 2007 el Gobierno diseñó e implementó un ambicioso programa de renovación de cafetales para mejorar la productividad y el ingreso caficultor. Ello, naturalmente, implicaba la reducción, durante varios años, de la cosecha cafetera. Así, pues, y luego de producir entre 11 y 12 millones de sacos de café hasta el 2008, la cosecha cafetera colombiana se desplomó a menos de 8 millones de sacos en el 2012.

Entre esta dinámica, en el 2013 comienza a verse el resultado de la política de renovación de dicho programa. Entre enero y agosto de este año, se produjeron casi dos millones de sacos más que en el mismo periodo del 2012 y, cuando se mira únicamente el segundo trimestre de este año, se observa un repunte en la producción cafetera de casi un millón de sacos.

Esta sería la causa fundamental que produjo el salto en la producción cafetera con su correspondiente efecto estadístico durante el segundo trimestre de este año. Efecto rebote que, por lo demás, no sería atribuible a las políticas del exministro Restrepo, sino a aquellas que se diseñaron e implementaron en el 2007 y el 2008, y a las que él, con buen tino, les dio continuidad.

El segundo interrogante, haciendo a un lado el impacto del sector caficultor, se refiere al resto del sector agrícola, cuyo desempeño en muchos rubros no sería consistente con el parte de victoria.

En efecto, durante el segundo trimestre de este año la producción de trigo no creció, la de maíz cayó 2,3 por ciento, y la cosecha de cebada y sorgo se desplomó en 27,3 por ciento. Estos son cultivos de ciclo corto, cuya responsabilidad, esa sí, es de la actual administración y donde el anterior Ministro, que solo duró tres meses, no tendría arte ni parte.

Pero, además, el desempeño de los otros cultivos, cuyo ciclo de producción no es corto, pero sí inferior al periodo transcurrido del actual Gobierno, tampoco coincide con el parte de victoria: en el segundo trimestre la producción de banano solamente creció 1,8 por ciento, la de caña de azúcar cayó 9 por ciento, la de tabaco se derrumbó en 22,2 por ciento, y la avícola retrocedió 0,8 por ciento. Y como si todo lo anterior fuera poco, la producción de materiales vegetales se desplomó en 48,3 por ciento.

La paradoja final es que los pocos subsectores, cuyo crecimiento podría haber sido resultado de las políticas agrícolas de la actual administración: papa (13,4 por ciento), hortalizas (11,1 por ciento) y leche (5,5 por ciento) son aquellos que hace poco hicieron paro. Lo cual querría decir que su crecimiento no ha inducido a la prosperidad prometida ni a la cohesión social.

¿Se puede, entonces, creer, rotundamente, en estos partes de victoria para la galería desprevenida, y con el apoyo ‘machacante’ de los titulares de prensa y el aturdidor silencio gremial? Los de a pie sí nos están demostrando, mediante las vías de hecho, una realidad rotunda, consistente con la evolución de otros indicadores, en los cuales, según los últimos datos disponibles, la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad (Coeficiente de Gini) aumentaron en las zonas rurales del país entre el 2011 y el 2012.

Alberto Schlesinger

Escuela de Economía, Universidad Sergio Arboleda

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