A finales de julio del 2012, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), en una conferencia ante inversionistas en Londres comentó: “…dentro de nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, lo que sea necesario…”.
En aquellos momentos, emitir deuda a plazos de 10 años le costaba al Gobierno Español cerca de 6 por ciento más en comparación con Alemania.
Italia emitía deuda con una prima de 5 por ciento, y la deuda de Portugal y Grecia se negociaba con márgenes de más de 10 por ciento y 25 por ciento por encima de la de Alemania, respectivamente.
A la fecha, la llamada prima de riesgo país para España, Italia, Portugal y Grecia ha disminuido sustancialmente, estando hoy en tasas un 9 por ciento más bajas en promedio que en el 2012.
Las tasas de deuda soberana de los países miembros de la Eurozona, que estaban en el ojo del huracán en el 2012, han convergido a niveles mucho más bajos de un 3 por ciento en promedio, aliviándose así el costo de financiamiento de los gobiernos.
Disipados están los temores de una eventual fragmentación del euro.
Las palabras de Draghi y las medidas adoptadas surtieron su efecto.
Actualmente, la inflación en la zona euro es peligrosamente baja, con incrementos anuales de tan solo 0,5 por ciento de precios de bienes y servicios transados, muy distante de la meta de inflación anual de 2 por ciento que se ha trazado el BCE. En Portugal y Grecia, por ejemplo, el precio de los bienes y servicios disminuyen año tras año, y en España, la inflación bordea el 0 por ciento.
Ante esta situación, las palabras de Draghi regresaron nuevamente el pasado 5 de junio para reconfortar los mercados financieros. Esta vez, para alejar los fantasmas de una posible espiral deflacionaria en la zona euro, mediante la implementación de tres medidas.
La primera tiene como objetivo desincentivar que los bancos comerciales estacionen la liquidez en el BCE.
De ahora en adelante, las reservas en exceso que depositen en el BCE, en vez de ser remuneradas, serán penalizadas con una tasa de -0,10 por ciento.
Esta es la primera vez en la historia que un Banco Central que emite moneda de reserva mundial establece una tasa negativa para depósitos bancarios.
La segunda tiene por objetivo drenar liquidez del sistema. Se suspenden las operaciones de contracción de liquidez (esterilización) originadas por compra de bonos de deuda soberana en el mercado secundario iniciado por el BCE en el 2011.
La tercera busca que los bancos comerciales aseguren fondos a muy bajo costo y de esta manera destinen recursos hacia pequeñas y medianas empresas.
El BCE pondrá a disposición facilidades de liquidez a los bancos comerciales por cerca de otros 400 billones de euros, condicionado a un máximo del 7 por ciento de la cartera de créditos de los bancos comerciales con el sector privado no financiero, diferente a créditos hipotecarios. El plazo de los créditos de las operaciones es a cuatro años, a una tasa de 0,25 por ciento.
Se espera que estas medidas rompan el círculo vicioso de que no se invierte porque no se consume y no se consume porque la inflación es baja y el desempleo es alto, reactivando el canal del crédito para que este fluya de nuevo.
Aunque todavía es temprano para evaluar la bondad y efectividad de los anuncios, todo indica que las medidas fueron bien recibidas en los mercados financieros.
Se evidencia una disminución del precio de la liquidez que se cobra entre bancos comerciales; progresivamente aumentan las expectativas de inflación de largo plazo, de acuerdo con las valoraciones de los swaps de inflación; y finalmente, el euro se ha depreciado 3 por ciento, desde unos días antes de anunciarse las medidas.
En América Latina, las medidas también han tenido y tendrán impacto. La certeza de que continúa la política monetaria expansiva en Europa hace que el diferencial de tasas entre el rendimiento de los títulos del gobierno de nuestros países y el de las economías desarrolladas luzca aún más atractivo, atrayendo más capitales hacia la región.
Draghi no ha descartado adoptar medidas adicionales si se requieren y así lo ha anunciado públicamente.
Por todo lo anterior, Mario Draghi es, sin duda, el banquero central más audaz de los últimos tiempos.
Ana María Carrasquilla
Presidenta del Flar