Dos noticias provenientes de Estados Unidos acapararon ayer la atención de los mercados financieros mundiales. La primera cayó como un baldado de agua fría, mientras que la segunda sirvió para elevarles un poco el ánimo a los observadores.
Al comenzar la mañana, la sorpresa tuvo que ver con el comportamiento de la economía norteamericana en el primer trimestre del 2015. Según el Departamento de Comercio, el aumento en el Producto Interno Bruto apenas llegó al 0,2 por ciento, muy lejos del 1 por ciento que esperaban los analistas.
Según las explicaciones entregadas, tanto el ramo exportador, como la inversión empresarial se comportaron en forma mediocre. De manera complementaria, los precios del petróleo también actuaron como un lastre sobre un sector energético que tiene un peso muy significativo.
No obstante, un parte de tranquilidad fue entregado por el Banco de la Reserva Federal pocas horas más tarde. Aunque la gran expectativa era si la entidad daba señales con respecto a un alza eventual en las tasas de interés, el mensaje más escuchado se refirió a la apreciación de que el bache observado entre enero y marzo tiene carácter temporal.
Por ejemplo, el fuerte invierno que apenas llegó a su fin a mediados de marzo habría impactado la actividad constructora. No menos importante resultó ser una huelga que afectó las operaciones portuarias en California y, por ende, la entrega a tiempo de insumos y bienes terminados.
Por tal razón, el mensaje al final del día es que debería tener lugar un repunte. Y cuando este sea más sólido, ocurriría una subida en el costo del dinero. Si bien las bolsas reaccionaron negativamente, hay la certeza de que la economía estadounidense mejorará.
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