Por tal motivo, vale la pena seguirle la pista al ánimo de la demanda local, que desde hace unos años ha tenido un comportamiento que supera su promedio histórico.
Eso es precisamente lo que viene de hacer Fedesarrollo, que el viernes pasado dio a conocer los resultados de la más reciente encuesta al consumidor. Según el sondeo, el optimismo de los colombianos tuvo una ligera alza en julio frente al mes precedente, pero se encuentra en un punto relativamente bajo en comparación con el 2011.
Las razones de la mejoría son varias. Para comenzar, las expectativas subieron, por cuenta de la esperanza de que la realidad de los hogares será más favorable y que al país le irá mejor en los próximos meses. Adicionalmente, las condiciones actuales de las familias interrogadas son más auspiciosas, aunque la impresión es que el presente no es un momento propicio para adquirir electrodomésticos.
No obstante, hay una mayor disposición a la hora de comprar vivienda, con excepción de los estratos altos. Dicho clima sugiere que los ingresos no se han visto afectados por la desaceleración, pero que la elevación de los precios en los segmentos más elevados impacta a los eventuales compradores de casas y apartamentos.
A nivel de ciudades, salta a la vista que en Bogotá y Medellín parece haber más optimismo, mientras que en Cali y Barranquilla ha tenido lugar un deterioro considerable, especialmente en la capital del Atlántico. Puede ser que el desempeño de los respectivos alcaldes haya influido en las calificaciones.
Tras el ejercicio, la pregunta de fondo es si la confianza depende de factores objetivos o subjetivos. En un lado de la balanza están elementos como el empleo, las ganancias empresariales, el acceso al crédito o la inversión pública. Del otro, están la percepción de seguridad y del estado general del país.
La respuesta no es fácil, a sabiendas de que los elementos citados influyen en ella. Por tal motivo, es importante cuidar que tanto la realidad como la calificación que se hace de ella apunten en la dirección correcta. Solo así se podrá garantizar que la confianza de los consumidores siga, y con ella la buena salud de la demanda interna.
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