Mientras en buena parte de los países del mundo persisten las dudas sobre la marcha de sus respectivas economías, en Estados Unidos la historia es bien diferente. Las más diversas señales muestran que el poderío norteamericano está de vuelta, tras un prolongado bache de más de un lustro de duración.
Eso es lo que opina un puñado de analistas que trabajan para los bancos comerciales más destacados. Según estos, el Producto Interno Bruto estadounidense debería expandirse en el 2015 a una tasa del 3,2 por ciento o más, superando el promedio global por primera vez desde 1999.
La causa principal de esa previsión es la relativa fortaleza del mercado laboral. Tal como lo informó el viernes pasado el Departamento de Trabajo norteamericano, en diciembre la tasa de desempleo cayó a 5,6 por ciento, su nivel más bajo desde mediados del 2008.
Más llamativo, quizás, es que la capacidad de generar nuevas plazas no termina. El año pasado, el número total de personas ocupadas aumentó en cerca de 2,9 millones de individuos, algo que no se veía en década y media.
Es verdad que los salarios todavía no despegan y que existen 6,8 millones de ciudadanos que tienen un puesto de tiempo parcial y aspiran a uno de tiempo completo. Pero aun con las debilidades anotadas, el contraste con otras regiones del planeta es notorio, como lo demuestra el caso crítico de Europa.
Además, hay que recordar que el consumo es el verdadero motor en Estados Unidos y este se ha venido fortaleciendo en la medida en que la población con trabajo se expande. En noviembre la tasa de incremento fue del 0,6 por ciento –el doble que la de octubre–, mientras que segmentos específicos reflejan la fortaleza de la demanda.
Así ocurre con las ventas de carros, que ascendieron a 16,5 millones de unidades en el 2014, el guarismo más elevado desde el 2006. Este año las previsiones son todavía mejores, pues la baja en los precios de la gasolina es un factor que influye positivamente en la decisión de cambiar de vehículo.
Todos esos elementos explican el optimismo. Si bien no faltan los nubarrones, como la fortaleza del dólar que puede influir sobre la competitividad de las exportaciones o el propio clima internacional, el entusiasmo es notorio, junto con la creencia de que otra vez el águila estadounidense está volando alto.
ricavi@portafolio.co
Twitter: @ravilapinto