A juzgar por lo que dicen sus aliados, la salud de Hugo Chávez ha tenido una evolución más favorable. Así se desprende de las declaraciones hechas por integrantes de la administración venezolana y mandatarios como el cubano Raúl Castro o el boliviano Evo Morales quienes, no obstante, reconocen que el camino que viene hacia adelante es largo y complejo.
Debido a ello, no existe todavía una fecha probable para que el inquilino del Palacio de Miraflores deje el hospital de La Habana donde está internado, y regrese a Caracas. Más lejana aún se ve la fecha en la que podría retomar los destinos de su nación, con lo cual la incertidumbre seguirá siendo la norma.
El efecto del vacío de poder que se ha creado ya está siendo sentido por la ciudadanía. En los supermercados venezolanos han vuelto a verse estanterías desocupadas, mientras que la tasa de cambio en el mercado paralelo está entre tres y cuatro veces la oficial.
Además, quienes hacen cuentas ven cercana una devaluación del bolívar, pues los desequilibrios estructurales de la que fuera la tercera economía más grande de América Latina son notorios. De una parte, el déficit fiscal supera el equivalente al 10 por ciento del Producto Interno Bruto.
De otra, las exportaciones no repuntan debido a los precios internacionales del petróleo y una producción que, en el mejor de los casos, se encuentra estancada.
Como si eso fuera poco, todo indica que ciertas fuentes de financiación se han secado. Por ejemplo, China –que le ha girado a Venezuela miles de millones de dólares para asegurar el suministro de crudo– tiene cerrada la llave. Al mismo tiempo, los proyectos que adelantarían empresas de Rusia e India se han pospuesto. Al fin de cuentas, nadie quiere moverse mientras el futuro político de Venezuela esté en duda.