Al fin de cuentas, se trataba del futuro de la nueva generación de la telefonía móvil, más conocida como el 4G.
Por ese motivo, los ojos de los interesados estuvieron centrados en el Hotel Tequendama de Bogotá, en donde se llevó a cabo la subasta de varios rangos de frecuencia.
En la puja, se encontraban los operadores conocidos, todos aspirando a quedarse con un pedazo del pastel.
Y así fue. Tras dos rondas, cinco participantes lograron su objetivo, con lo cual en el transcurso de 12 meses, Colombia debería tener media docena de compañías ofreciéndoles a los usuarios distintas combinaciones de voz, datos o ambas.
Esa, indudablemente, es una buena noticia, a la cual hay que agregar los 770.000 millones de pesos que ingresarán a las arcas estatales.
A pesar de las escaramuzas previas a la definición, no parecen existir grandes quejas sobre lo ocurrido.
Ahora lo que viene es otro tipo de labor. Esta consiste en asegurar que la nueva tecnología esté disponible cuanto antes, lo cual implica limpiar espectros y hacer inversiones.
También requiere el acompañamiento y vigilancia de las autoridades para evitar prácticas indeseables y asegurar que haya competencia en un tema que es crucial para el desarrollo del país.
Pero, por ahora, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones se puede declarar satisfecho al superar exitosamente un reto que no era fácil. Los desafíos continúan, pero el proceso de ayer, indudablemente, marca un hito importante que no dejará de ser observado en otras de partes de América Latina.