No han parado las consecuencias que ha debido enfrentar el banco HSBC, tras las revelaciones hechas en Estados Unidos con respecto a sus laxas políticas frente al lavado de dólares.
Como se recordará, un reporte del Senado norteamericano argumentó que la filial en México de la entidad británica permitió durante los años 2007 y 2008 el movimiento de sumas astronómicas en efectivo, que presumiblemente tenían orígenes oscuros.
A pesar de que la legislación es clara al respecto, lo cierto es que los ejecutivos de la institución en el país latinoamericano hicieron caso omiso de ella.
Al hacer un rastreo de los fondos, quedó claro que buena parte de ellos fueron transferidos a otras latitudes, como si fuera proveniente de actividades conocidas y lícitas.
El escándalo no solo se hizo esperar. Aparte de que rodaron cabezas, comenzaron las retaliaciones de las autoridades.
El Gobierno mexicano, por ejemplo, ya impuso una multa de 28 millones de dólares en reacción a lo sucedido, y todo indica que vienen más castigos pronto.
Debido a ello, el HSBC reservó en su contabilidad 2.000 millones de dólares para pago de penalidades, aunque hay quien afirma que la suma puede ser mayor.
Para colmo de males, todavía está por definirse cuál fue el papel del banco en la manipulación de la tasa libor, un episodio que ha manchado la reputación del sistema financiero británico.
Lo anterior no quiere decir que la entidad enfrente problemas insolubles.
Al fin de cuentas, en el primer semestre sus utilidades superaron los 10.600 millones de dólares, excluyendo venta de activos (como fue el caso de sus operaciones en Colombia). Pero a nadie le gusta perder dinero, y menos sumas de ese calibre, por cuenta de errores injustificables que salieron caros.