VIERNES, 08 DE DICIEMBRE DE 2023

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Carlos

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Brújula / Un gigante que cojea

Redacción Portafolio
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Redacción Portafolio

Ningún analista, a decir verdad, esperaba buenas noticias de la economía brasileña el viernes, cuando se debía reportar el desempeño de esta en el segundo trimestre del 2015. Aun así, el informe impresionó por la magnitud del frenazo experimentado por el país más grande de América Latina.
Para comenzar, la recesión –definida como dos mediciones consecutivas en rojo– está confirmada. Entre abril y junio, el Producto Interno Bruto se contrajo en 1,9 por ciento, con respecto a lo observado entre enero y marzo, cuando el retroceso había sido del 0,7 por ciento. Pero si la comparación se hace frente al mismo lapso del año pasado, el bajón asciende al 2,6 por ciento.
Las causas de lo ocurrido son múltiples. De un lado, se encuentra China, que es el principal comprador de bienes brasileños, especialmente materias primas. Con las cotizaciones de minerales y alimentos en picada, el golpe ha resultado ser descomunal.
Por otra parte, están la inversión y el consumo interno. La comunidad de negocios decidió quitar el pie del acelerador, en parte, debido a una subida en los impuestos. En cuanto a la ciudadanía, la incertidumbre llevó a que la gente disminuya sus gastos, desde la compra de automóviles, pasando por los electrodomésticos y la comida.
La ecuación se ha visto influenciada por el alza en los precios internos. Con una inflación que llegó a casi el 7 por ciento entre enero y julio, el poder adquisitivo de las familias se ha reducido. En respuesta, el banco central decidió subir las tasas de interés, pero eso afecta también a muchos hogares, con lo cual los créditos atrasados aumentan.
Todo lo anterior influye sobre el empleo. La tasa de desocupación subió en más de dos puntos porcentuales entre un año y otro, lo que se expresa en 350.000 plazas menos. Los pronósticos hablan de hasta un millón más de desocupados, algo que disminuye todavía más el prestigio del partido de gobierno, el de los Trabajadores.
De allí que no le sorprenda a nadie que la presidenta Dilma Rousseff esté en serios problemas. Con un índice de aprobación a su gestión de solo el 8 por ciento, la mandataria tiene un reducido margen de maniobra, agravado por los escándalos de corrupción en torno a Petrobras. Por tal razón, es difícil mantener el optimismo sobre la marcha de una nación que hasta hace poco despertaba entusiasmo y ahora lamenta las oportunidades perdidas.

ricavi@portafolio.co

Twitter: @ravilapinto


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