La frase del conocido tango, según la cual “un tropezón cualquiera da en la vida”, bien podría aplicársele a la economía de Estados Unidos. Y es que después de caer en un profundo bache en el primer trimestre del 2014, en el segundo tuvo lugar un notorio repunte que sorprendió incluso a los optimistas.
Según los datos entregados ayer por el Departamento de Comercio norteamericano, el aumento del PIB entre abril y junio fue del 4 por ciento, una tasa calificada como muy positiva por los observadores. Gracias a ese desempeño se pudo superar la contracción del 2,1 por ciento observada entre enero y marzo, que fue atribuida primordialmente a una dura ola invernal.
Ahora los expertos se encuentran enfrascados en una discusión sobre lo que puede pasar en el segundo semestre. Los optimistas creen que el viento a favor debería seguir soplando, mientras los más escépticos opinan que tan solo se recuperó el terreno perdido.
Dicha incógnita se superará en el futuro cercano, pero por ahora las señales son alentadoras. Una empresa que se encarga de procesar las nóminas del sector privado señaló que en junio el incremento en el número de asalariados ascendió a 218.000, con lo cual se completaron cuatro meses consecutivos de aumentos por encima de los 200.000 individuos, algo que debería expresarse en una nueva baja del desempleo.
Por otra parte, el ánimo de los consumidores muestra tendencia al alza, en tanto que sectores que sufrieron mucho como el de la vivienda o la producción de vehículos, experimentan una innegable mejoría.
Lo anterior no quiere decir que todo sea perfecto, pues hay actividades todavía en problemas. Sin embargo, el mensaje es que la crisis quedó atrás y que la hora del rebote ha llegado.
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