La anhelada reactivación de la industria en Colombia es otro de esos anuncios que se demoran en volverse realidad. Así lo volvió a dejar en claro el Dane la semana pasada, cuando reveló las cifras más recientes sobre la evolución de la actividad fabril.
De acuerdo con la entidad, en marzo no solo se registró una nueva caída, sino que el acumulado del 2015 permanece en rojo, con una contracción del 1,9 por ciento en el primer trimestre. De 39 renglones considerados, 22 están en negativo, lo cual demuestra que el problema tiene carácter mayoritario.
Es verdad que al cierre temporal de la refinería de Ecopetrol en Cartagena le corresponde una cuota de responsabilidad en lo sucedido. Cuando se excluye este capítulo del análisis, el resto del ramo manufacturero experimenta un aumento cercano al 1 por ciento.
Lamentablemente, dicho guarismo no justifica que se diga que hay una recuperación. Si bien hay áreas que van bien, como las relacionadas con alimentos y bebidas, son más notorios los que se podrían calificar como casos problema.
Para citar un ejemplo, lo que atañe a hilatura, tejeduría y acabado de textiles no levanta cabeza, como lo muestra un retroceso del 11 por ciento en el primer cuarto del año. Tampoco les va bien a los autopartistas o a los fabricantes de calzado, entre otros.
Semejante desempeño puede sorprender a los optimistas. Cuando tuvo lugar el salto en el precio del dólar, abundaron los pronósticos en el sentido de que los industriales nacionales se verían beneficiados, al poder competir mejor con los bienes importados.
Y aunque existen algunos destellos, el giro anunciado nada que llega. Por tal motivo, mientras los sectores ganadores no superen con creces a los perdedores, es imposible hablar de repunte.
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