Las expectativas no eran buenas y la realidad resultó ser todavía peor. Y es que el comportamiento de la inflación en octubre superó ampliamente los cálculos de los analistas y da origen a nuevas inquietudes con respecto a lo que queda del año.
Las cifras son elocuentes. En los pasados 12 meses el incremento en el Índice de Precios al Consumidor llegó al 5,89 por ciento, superando ampliamente el rango superior de la meta fijada en 4 por ciento por el Banco de la República. Ya no suenan exageradas las predicciones que hablan de un 6 por ciento en diciembre, algo que habría parecido descabellado al empezar 2015.
La culpa principal de la espiral alcista la tienen los alimentos, particularmente aquellos que tienen su origen en los cultivos temporales. La prolongada sequía, que se ha vuelto todavía más fuerte, debido al fenómeno de ‘El Niño’, se nota en subgrupos como hortalizas y legumbre, cuyo costo sube en 39 por ciento.
A la luz de lo sucedido, es posible afirmar que el Banco de la República hizo lo correcto a finales de la semana pasada, al reajustar en medio punto porcentual la tasa de interés que les cobra a las entidades financieras por darles liquidez temporal. Ante la aceleración observada, no quedaba otro remedio que aplicar los frenos.
La esperanza de un respiro sigue presente. El regreso de las lluvias a varias regiones, sumada a la disminución en el valor del dólar y la baja en la gasolina, puede hacer que la moderación retorne en noviembre. Sin embargo, es mejor no hacer cuentas alegres. Tal como reza el dicho: ‘toda situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar’.
Ricardo Ávila Pinto
@ravilapinto