Las cifras correspondientes a diciembre fueron las menos dinámicas del año, pero esa circunstancia no disimula que el ramo edificador rompió todas las marcas existentes durante el 2011.
Eso, por lo menos, es lo que desprende de lo dicho por el Dane ayer. Según la entidad, las licencias de construcción alcanzaron un nuevo máximo de 23,7 millones de metros cuadrados, lo que representa un incremento del 34 por ciento con respecto al 2010.
Si bien en estos casos no falta quien señale que una cosa son los permisos y otra la ejecución de las obras, la experiencia indica que son pocos los emprendimientos que no se llevan a cabo, así se demoren algunos meses. De tal manera, es posible afirmar que tarde o temprano, las autorizaciones tendrán una expresión práctica en movimiento de tierras, ladrillos y cemento.
Dicha percepción es confirmada por otros indicadores, que van desde las transacciones en el mercado de finca raíz, hasta los incrementos en ventas registrados por las industrias que venden insumos para la construcción.
El principal motor de esa realidad es, como ha sido tradicional, la vivienda. El año pasado el área licenciada para este fin subió 39 por ciento, aunque la de interés social tuvo un crecimiento casi 15 puntos porcentuales menor. Sin duda, el aumento en el precio promedio del metro cuadrado impulsó a firmas constructoras y a los particulares, lo cual es al mismo tiempo causa y reflejo del buen momento económico por el que atraviesa el país.
Ahora, claro está, el desafío es mantener la marcha de la locomotora. En términos generales, hay un clima de auge y buenas expectativas sobre el futuro, pero las mediciones recientes sugieren que va a ser difícil repetir el incremento del 2011, aun si las cosas están bien.
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