A medida que pasan los meses del 2014 es cada vez más evidente que la tan anhelada reactivación de la industria no va a ocurrir, por lo menos en el futuro cercano. Así quedó en claro ayer, después de que el Dane diera a conocer que el sector manufacturero experimentó en agosto una tímida mejoría del 0,3 por ciento, con respecto al mismo mes del año pasado.
Los problemas en este campo no son nuevos. Después de una contracción en los periodos anteriores, se esperaba que las cosas mejoraran por cuenta de aquello que los especialistas conocen como el efecto rebote. Nada de eso ha sucedido, pues en el acumulado de los primeros ocho meses, el incremento asciende apenas al 1,7 por ciento.
Tales cifras demuestran que los anuncios que se llegaron a hacer sobre un supuesto repunte en la actividad fabril fueron prematuros. De hecho, la generación de empleo continúa en rojo, ya que el personal ocupado ha disminuido 0,5 por ciento frente al 2013.
Al respecto, alguien podría decir que el inconveniente es la débil demanda interna. Sin embargo, las ventas del comercio al por menor mejoraron 7,5 por ciento en agosto y en el año registran un avance del 6,6 por ciento.
Es verdad que no todos los ramos industriales van mal. Ingenios, vehículos automotores o bebidas, marchan a buen ritmo. Aun así, 16 renglones, entre 44 a los que se les hace seguimiento, van en negativo. Tal es el caso de productos de caucho o refinación de madera. Refinación del petróleo también retrocede, pero este es un fenómeno temporal que será superado cuando entre en operación la planta de Cartagena.
Más allá de esa explicación puntual, el parte es inquietante. Justo cuando arrecia el viento en contra, el mensaje es que el repunte fabril sigue pendiente.
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