No pasó desapercibida para los inversionistas la ola alcista que benefició a los precios de las acciones en China. Justo cuando la nación más populosa del mundo se preparaba para enfrentar la furia de la naturaleza, por cuenta de un tifón que llegó a sus costas, en la bolsa pareció salir el sol.
El motivo fue la impresión de que en las reuniones secretas que realizan durante la temporada de verano, los dirigentes chinos reafirmaron su voluntad de hacer todo lo que esté a su alcance para que las cotizaciones se estabilicen. Como es sabido, desde hace algo más de un mes se ha visto una fuerte corrección en los precios de la mayoría de los títulos de renta variable, que ha borrado miles de millones de dólares de quienes depositaron su dinero en el mercado de valores.
La pregunta que se hacen, sin embargo, los escépticos es si los líderes comunistas tienen la capacidad de contener la avalancha. Por un lado, se necesitan recursos y, por el otro, medidas orientadas a apuntalar la confianza en una economía que, sin desconocer las transformaciones que ha experimentado, se viene desacelerando.
Además, está el tema de respetar las reglas de juego propias del mercado. Pretender que todo lo que sube no puede bajar cuando el entorno se vuelve diferente, es un mensaje que a la larga puede salir costoso para un país que aspira a consolidar su mercado de capitales y tener una voz más fuerte en los asuntos globales.
Por tal razón, hay que tomar con una pisca de sal lo sucedido este lunes. Todavía el terreno es muy inestable para predecir que hay una nueva tendencia. A lo anterior se suma la incertidumbre propia de un sistema que, a pesar de todo, muestra que le falta aún una buena dosis de transparencia.
Ricardo Ávila Pinto
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