Nos dedicamos a investigar sobre la industria del taxismo en Bogotá en los últimos 100 años, desde cuando eran aquellos carruajes tirados por caballos hasta nuestros días, con vehículos de todos los modelos y tamaños, con leyes, decretos y demás reglamentos que expiden las autoridades competentes, los cuales ya son bastante obsoletos, sin que tengan en cuenta el uso de internet o las ya famosas aplicaciones para solicitar el servicio desde un smartphone.
En cifras redondas, en Bogotá hay 68 empresas, 48.000 propietarios, 100.000 conductores y 50.000 taxis amarillos que son muy importantes para la movilidad de un millón y medio de personas diarias, que facturan un poco más del doble que el TransMilenio, pero que en horas pico es insuficiente cumplirles a los capitalinos por la falta de vehículos, ya que con solo levantar el pico y placa de los 10.500 carros que permanecen en sus garajes por esta medida, sería suficiente para copar las solicitudes que hacen los usuarios a través de famosos PBX y de las aplicaciones móviles para teléfonos inteligentes.
Desde 1993, en la administración del alcalde Jaime Castro, se congeló el ingreso de taxis a la ciudad cuando esta tenía alrededor de 4’000.000 de habitantes y, desde entonces, con una población que ya supera el doble, el parque automotor de taxis no lo han aumentado en la misma proporción que requiere la capital, obligando a los pasajeros a tomar otras alternativas, como los taxis blancos, que solo son automóviles o camionetas de servicio especial debidamente adecuados para prestar servicios turísticos y de transporte empresarial, lo que llevó a las autoridades a realizar operativos de control contra estos autos.
Como siempre ocurre cuando hay crisis o paros, el Gobierno se sienta con los gremios conformados por asociaciones, sindicatos, mesas, fundaciones y muchos más para hacer sus evaluaciones y buscar soluciones, que para este sector podemos resumir en: sobreoferta de pasajeros en horas pico, falta de taxis para suplir esta necesidad, reglamentar nuevos niveles de servicio con diferentes tipos de automóviles, camionetas, limosinas y minivans, entre otras, para que el pasajero tenga otras alternativas, pues al usuario no hay que ponerlo a estudiar todas las normas que lo regulan.
Ellos no necesitan saber qué es el servicio individual o servicio especial creados por las Leyes 15/59, 315/86, 336/96, reglamentadas por los Decretos 172/01y 174/01 y muchas resoluciones, ordenanzas, y acuerdos de concejos municipales.
Las empresas han solicitado constantemente la modificación del pico y placa de los taxis para que sea lo contrario de los particulares, es decir, que no salgan las placas terminadas en par desde las 9:30 am hasta las 4:30 pm y al otro día los impares para poder suplir las necesidades que tienen los ciudadanos en las horas pico.
Por otro lado, existe en el Plan Maestro de Movilidad la implementación de zonas amarillas dentro de las vías, o fuera de ellas, para que los conductores se estacionen y solo recojan los usuarios allí o a través de sistemas de comunicaciones que hoy en día ya tienen el 80 por ciento del parque automotor.
A los sindicatos de conductores no les gusta el cambio o levantamiento del pico y placa a pesar de que cuando se implementó, en el 2001, tampoco estuvieron de acuerdo con esta medida, creando la mayor parálisis de la ciudad por dos días consecutivos, taponando las vías.
Pero los propietarios están de acuerdo, en su gran mayoría, en que se levante la restricción.
Esperamos que el alcalde y su secretario de Movilidad entiendan esta necesidad de ajustar el pico y placa y darle solución de transporte a los usuarios en las horas pico.
Claro está que la velocidad de circulación cada día es menor, por eso también es importante que se les permita a los pasajeros utilizar los vehículos en forma compartida, lo cual hoy está prohibida por razones que expusieron los gremios de los buses colectivos al ver amenazado su sector, siendo en sus comienzo los taxis colectivos, los cuales se transformaron posteriormente en microbuses.
Definitivamente, se deben revisar las normas, hacer un estudio de las cantidades que se requieren, fijar nuevas tipologías de vehículos para que se suplan las necesidades, ya que el pagano de todas estas deficiencias es el usuario.
Por nuestra parte, el gremio de taxistas trabaja internamente frente a un gran reto: educación y profesionalización de los conductores.
Estamos todos seguros de poder recuperar la confianza de los usuarios ante los casos esporádicos hechos de violencia que afectan la imagen del sector.
José Eduardo Hernández
Presidente de Taxis Libres