Las expectativas de crecimiento económico mundial se han deteriorado más desde finales del 2014. En consecuencia, el FMI revisó su previsión de expansión del PIB global en el 2015 de 3,8% a 3,5%, levemente por encima del 3,3% estimado para el año pasado.
A nivel local, ahora esperamos una desaceleración del crecimiento del PIB de 4,8% en el 2014 a 4% en el 2015 (antes pronosticábamos 4,5%), pero con importantes riesgos a la baja. La revisión se debe principalmente al continuo desplome de los precios del petróleo, pues éstos han caído 35% desde la última vez que publicamos nuestras proyecciones económicas para este año en diciembre.
Los términos de intercambio (precios de bienes exportados sobre los de bienes importados), que son un determinante importante del crecimiento del ingreso nacional, se están deteriorando notablemente ante la caída de los precios del petróleo, dada su elevada participación en las cuentas externas del país. En consecuencia, ese deterioro tendrá un impacto negativo sobre el ingreso nacional, lo que afectará notablemente la dinámica de la demanda interna, más allá de lo que esperábamos previamente.
Seguimos esperando que la desaceleración de la demanda interna se concentre en la inversión fija, pues además venimos anticipando un impacto negativo, aunque moderado, de la reforma tributaria de finales del 2014, mientras que la devaluación del peso afectará la demanda de bienes de capital importados.
El consumo privado se desacelerará mucho menos, pero la devaluación también jugará un rol importante en su debilitamiento debido a la pérdida de poder adquisitivo de los hogares medido en dólares, que afectará la demanda de bienes de consumo importados. Por otro lado, la tasa de desempleo ya podría estar bordeando su nivel estructural de largo plazo, lo cual limitará las ganancias adicionales asociadas al aumento en los niveles de empleo.
Finalmente, esperamos que el crecimiento del consumo público también se modere en el 2015, ante la necesidad de enfrentar un escenario de menor renta petrolera en los próximos años, aunque el grueso de este impacto no se sentirá sino a partir del 2016, según explicamos más adelante. En efecto, el gasto aprobado en el Presupuesto General de la Nación crecerá menos que el del 2014.
Sin embargo, la demanda interna trae un buen impulso de los meses previos y los nuevos programas gubernamentales de apoyo a la construcción de vivienda contribuirán a un repunte notable de ese sector, lo cual compensará parte de la desaceleración de la demanda interna.
En cuanto a la inflación, seguimos creyendo que cerrará este año en un nivel inferior al del 2014, debido al debilitamiento de la demanda interna y a unos menores precios de los combustibles. Sin embargo, revisamos nuestro pronóstico de cierre del 2015 a 3,2 % (antes era 3 %), pues las presiones alcistas de comienzos de año se han acentuado, así que la convergencia a la meta de 3 % tomará más tiempo.
Esperamos que la inflación se mantenga por encima de 3,5 % en el primer semestre y que se acerque a 4 %, especialmente afectada por la devaluación, por algunas renovadas presiones de costos laborales y no laborales, y por un mayor nivel de indexación que en el 2014 (éste corresponde a la inflación del año inmediatamente anterior, que para el 2015 es el 3,7 % del 2014, mientras que para el 2014 fue el 1,9% del 2013). Estimamos una inflación anual promedio de 3,6%.
Bajo este complejo escenario, creemos que el Banco de la República mantendrá su tasa de interés en 4,5 % a lo largo del 2015, nivel que continúa siendo ligeramente expansivo, en nuestra opinión. No descartaríamos recortes a niveles de 4 % si la caída de los precios del petróleo se profundiza y si las perspectivas fiscales para el 2016 se complican más.
Con respecto al tema fiscal, creemos que los efectos de los bajos precios del petróleo se sentirán con más fuerza en el 2016. Más de dos terceras partes de los ingresos petroleros del Gobierno en el 2015 dependen de los resultados de las empresas del sector en el 2014, los cuales fueron relativamente buenos, y la Regla Fiscal está dando flexibilidad para que la menor renta petrolera se sustituya con más deuda y no con más impuestos o recortes de gastos (es decir, un aumento del déficit fiscal). De esta forma, el déficit fiscal estimado para este año está aumentando en casi 4 billones de pesos frente a los pronósticos previos. Precisamente esta es otra de las razones por las cuales no estamos anticipando un impacto más significativo sobre la dinámica de la demanda interna pública o privada en el 2015.
Esto puede cambiar radicalmente en 2016. Los resultados financieros de las empresas petroleras este año serán muy inferiores a los del 2014, lo que afectará con mayor fuerza los ingresos fiscales del próximo año, mientras que la Regla Fiscal otorgará menos flexibilidad una vez se revisen a la baja las proyecciones de precios estructurales del petróleo para los próximos años. Esto significa que la caída de la renta petrolera en el 2016 podría superar los 10 billones de pesos frente a 2014, y que solo una porción menor de este monto podría sustituirse con deuda.
Ante la imposibilidad de ampliar el déficit fiscal del 2016 en esa magnitud, el Gobierno se vería en la necesidad de hacer un fuerte recorte de gasto y un aumento de impuestos que afectarían el consumo público y el gasto privado. Por eso creemos que el crecimiento del PIB podría desacelerarse aún más en el 2016, a niveles de 3,5 %.
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana