En los próximos días se sabrá el resultado del referéndum en Escocia que busca determinar si ese país continúa perteneciendo al Reino Unido o, si por el contrario, se separaría de una Unión que se consolidó en 1707.
Ya se están recibiendo por correo las papeletas para expresar si los votantes apoyan o no la separación de Escocia del Reino Unido y se espera tener una respuesta en la mañana del 19 de septiembre.
Este referéndum es el tercero después del de 1975 y el de 1998 en los que triunfó la posición de permanecer adentro de este arreglo político y económico.
Sin embargo, el proceso de búsqueda de autonomía de Escocia generó después de 1998 transferencia de competencias de Westminster hacia Edimburgo .
Dentro de este proceso se creó el Parlamento escocés y se produjo el traspaso de algunas competencias que en el pasado se manejaban de manera centralizada.
En la última reorganización de poderes se acordó lo que se denominó una devolución de competencias del Gobierno Central hacia el de Escocia en materias como agricultura, pesca, desarrollo económico, política forestal, educación medioambiental, estándares de los alimentos, salud, asuntos judiciales, policiales y de bomberos entre otros.
Además del efecto que puede tener este referéndum en el peso específico del Reino Unido a nivel internacional, es indudable su relevancia dentro de la tendencia mundial de búsqueda de balance entre los diferentes poderes.
Con un ciudadano que exige cada vez más de los actores políticos que elige y que especialmente está preocupado por que se mejore la educación, la salud y el empleo, la decisión de quien adopta estas políticas resulta bastante crítica.
Observando los debates que se han producido en donde ciudadanos del común preguntan a los representantes de las dos opciones del referéndum se concluye que las preocupaciones de los votantes en Escocia no son diferentes a las de un típico votante en Latinoamérica o en otra región del mundo en cualquier campaña política.
Por ende, lo que da la impresión acá, como un observador externo, es que se confunden el qué y el cómo y, por ende, parecería que la búsqueda de una mejora en la situación actual se podría alcanzar con la autonomía de poderes frente al Reino Unido.
Parecería que mientras que el Movimiento Mejor Unidos trata de evidenciar la gran incertidumbre que enfrentaría Escocia si no cuenta con el respaldo de los ingleses en temas como conservar la libra esterlina, preservar ciertas industrias de defensa en dicha región o enfrentar un eventual descenso en las reservas petroleras del Mar del Norte, el Movimiento que aboga por la autonomía frente al Reino Unido, enuncia los problemas de la población más vulnerable entre ellos niños y ancianos como ejemplos de la ineficacia de un poder lejano a ellos ejercido desde Londres.
El pasado 28 de agosto, el primer Ministro, David Cámeron, tuvo que cancelar su viaje a Escocia por la crisis al interior de su partido como resultado de la renuncia de una de sus más importantes figuras, argumentando el incumplimiento de promesas relacionadas con el cambio especialmente en la política inmigratoria y en el llamado a un referéndum para decidir sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
Continuaremos en el seguimiento de este interesante referéndum histórico dentro de un actor que ha tenido un importante papel en la historia por su capacidad de gestar importantes cambios en la política y en la economía.
Un actor que también ha sido fundamental en el proceso de integración europeo y por su posición de disenso frente a varios de los avances al interior de este esquema.
Independientemente si triunfa el “sí” o el “no” en los próximos meses se producirán interesantes decisiones de reordenamiento de competencias entre los actuales poderes que actúan en Londres y en Edimburgo.
Aunque parece lejana esta realidad a nuestras preocupaciones en Colombia, al final, el fondo es el mismo que hay en el debate de las regalías o de la descentralización.
El gran interrogante que se tiene es cómo garantizar que los centros de poder conozcan las necesidades de las regiones y cómo estas necesidades guíen el diseño de políticas.
El objetivo también es buscar un sistema de reparto equitativo de beneficios de recursos.
Olga Lucía Lozano,
Consultora Estrategia en Comercio Internacional