En su discurso de esta semana, el senador Barak Obama hizo referencia a los ataques personales que ha tenido que soportar durante la campaña y dijo que "una de las cosas que tenemos que cambiar en nuestra forma de hacer política es la idea de que la gente no puede estar en desacuerdo sin achacarse entre sí fallas de carácter o falta de patriotismo. La situación es demasiado seria y lo que está en juego es demasiado importante para caer en ese juego partidista. Pongámonos de acuerdo en que el patriotismo no tiene partido. Amo a este país, igual que todos ustedes, y John McCain también... Todos ponemos a nuestro país de primero, nuestro trabajo no va a ser fácil... Y los demócratas, como los republicanos tendrán que deshacerse de ideas desgastadas y de las prácticas políticas del pasado porque parte de lo que se ha perdido en estos últimos 8 años... es nuestra percepción de un propósito común y eso es lo que tenemos que recuperar".
El Presidente ha dicho que es necesario discutir y debatir. La mayoría de los colombianos debe estar de acuerdo con él.
La discusión y el enfrentamiento de ideas opuestas son indispensables para que cada cual forme su propia síntesis y para oxigenar el pensamiento colectivo.
Es una práctica democrática que se basa en el respeto a la diversidad y reconoce el pluralismo como elemento esencial de una sociedad moderna y como agente de control y de cambio en los procesos políticos y sociales.
Pero esta discusión, el debate y el enfrentamiento de ideas se tienen que llevar a cabo en el entendido de que quienes participan en el intercambio, incluyendo a quienes detentan el poder, lo hacen con las restricciones que les imponen las leyes, la Constitución y las normas tradicionales que rigen las relaciones entre personas.
También se entiende que nadie es poseedor de la verdad o está ungido, con poderes sobrenaturales, pues si así fuera no tendría sentido el debate.
Todos amamos a nuestro país, todos compartimos el deseo de acertar y, poniendo a un lado a los extremistas, la mayoría aspiramos a vivir en paz y respetamos las instituciones.
Cuando alguien, especialmente si ocupa una posición de poder, comienza a ignorar estas reglas básicas o a pensar que sus objetivos justifican hacerlo, se cae en el insulto personal, el señalamiento, los trucos sucios y hasta la persecución, y se desarrollan paranoias que oscurecen la razón y llevan a decisiones equivocadas.
Por ejemplo, poner a personas eminentemente inexpertas y respetuosas de la ley a entrevistarse con criminales o representantes de criminales, como fue el caso de las reuniones en Palacio de dos asesores del Presidente con paramilitares para obtener munición contra la Corte Suprema refleja más que todo mal juicio.
Hay conciencia de que los jueces pueden cometer abusos, pero también la hay, de mayor jerarquía, de que no deben intimidarlos.
Decir que el debate que se está dando a raíz del enfrentamiento entre el Gobierno y la Corte Suprema es una conjura contra la Seguridad Democrática es negarle a la ciudadanía el derecho a preocuparse de que se puede estar minando el equilibrio entre poderes.
En este momento se debaten cosas importantes: Reforma a la justicia, cambio en las reglas de hacer política, la posibilidad de reelegir al Presidente, la validez de alterar la Constitución para beneficiar a una sola persona.
Pongámonos de acuerdo en que los demás colombianos tenemos derecho a discutir estos temas y a disentir sin que ello implique un ataque personal contra el Presidente o su Gobierno.
Disentir y discutir no es atacar
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