MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Financialización global vs. socialdemocracia

La división del trabajo está limitada por la extensión del mercado, tan afectada por las crisis.

Redacción Portafolio
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Redacción Portafolio

 

Retomando las dimensiones económica y de filosofía política de esta disyuntiva, a los dos aspectos del problema estructural mencionados (la crisis fiscal del Estado de bienestar y la resistencia sindical a su desmonte; y la mayor gravedad de este conflicto cuando pobres niveles de crecimiento de la productividad y de competitividad reducen el margen para sus beneficios), la discusión sobre los eurobonos agrega dos complicaciones adicionales: en un sentido están las consideraciones económicas de contagio del riesgo que sugieren que los eurobonos lo único que lograrían es esparcir a las economías más sólidas del core europeo el nivel/costo del riesgo; y en otro, está el argumento de que más allá de la lógica del mercado está el ideal europeo de solidaridad al corazón de la socialdemocracia (SD).

Esto nos conduce al aspecto de filosofía política, pues la SD es la heredera en la esfera de lo político del ideal de la ilustración de fe en la inteligencia humana, y su capacidad para organizar a la sociedad en forma racional consistente en la libertad y la justicia, que gestores de la modernidad europea como E. Kant y A, Smith fundamentaron.

Efectivamente este campeón del mercado ha sido rescatado de los economistas (neoliberales) por A. Sen, quien ha argüido que la interpretación neoliberal de la riqueza de las naciones como fundamento de la oposición ideológica a la regulación financiera se basa en una lectura de ella que ha resultado en una idealización de la mano invisible por desconocer: 1) su conexión entre economía y ética, que involucra el reconocimiento por parte de Smith de otras motivaciones, como la justicia y el espíritu público (junto con la tan citada búsqueda del propio interés) y su énfasis en la importancia de la provisión de bienes públicos y la equidad; 2) su crítica a los projectos (aplicada por Sen a los empresarios de credit swap insurances) que promueven bubble companies y procesos que concentran el capital de un país no en las manos de quienes pudieran hacer un uso ventajoso de él, sino en quienes seguramente van a desperdiciarlo y destruirlo; palabras muy similares a las de Keynes (citadas anteriormente), con quien compartía también la preocupación por la demanda (ilustrada por su menos citada: la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado), tan afectada por las crisis.

¿Racionalidad individual vs. social? Más allá de las limitaciones de los mercados en sus funciones informacionales y de coordinación destacadas por Hayek e ilustradas por los mercados financieros de futuros (limitaciones enfatizadas por los análisis de información asimétrica y del juego del dilema del prisionero), está el hecho de que operaciones de shorting y credit swaps insurances no generan el orden espontáneo emergente de la acción humana sin el diseño humano del que hablaba Hayek, sino desorden costosísimo socialmente. En varios artículos he destacado la importancia del control democrático de los mercados característico de la SD y de compensaciones institucionales de sus fallas no sólo para la inclusión, sino también para el crecimiento mismo de manera que el sentido económico de la racionalidad social sugiere que no estamos lidiando con una disyuntiva entre economía y filosofía política: ¿qué más irracional económicamente que la irracionalidad de los agentes en el mercado financiero con sus comportamientos de manada generadores de contagio, su imprudencia y miopía, y su capacidad ideológica y política de seguir imponiéndonos costos sociales de la magnitud de los que seguimos padeciendo como resultado de las crisis?, ¿o qué racionalidad social justifica que después de que el salvamento de los bancos fue un factor determinante en el agravamiento del déficit fiscal sean ahora los mismos agentes financieros los que estén poniendo a los gobiernos que los rescataron en jaque por el endeudamiento al que la financiación social de su irresponsabilidad contribuyó?

El problema a nivel global no tiene nada de simple como lo ilustra el trilema de Rodrik, destacando cómo en condiciones de hiperglobalización es imposible lograr más de dos de los tres objetivos de mayor integración económica, estados nacionales y política democrática; y mostrando que la opción ideal del federalismo global (llevando la política democrática a la amplitud de los mercados globales) y la realista de moderar la integración o la globalización (al estilo de Bretton Woods) son preferibles a someter el Estado nacional a la economía internacional.

Pero estas dificultades de diseño e implementación de una governanza institucional regulatoria global no implican que debamos unirnos a posmodernos y financieros neoliberales en su crítica al ideal de la ilustración, personificado hoy por Habermas en filosofía política y por post y neokeynesianos en economía, descalificándolo como ingeniería social.

Toda la situación descrita es un caso típico de la falla de coordinación de la economía capitalista por la cual surge un conflicto entre el interés individual (estrategias racionales de manejo de riesgo) y el colectivo (estructura sistémica más riesgosa proclive al colapso) que el mercado falla en conciliar. Esta compatibilización de las acciones de los individuos hacia el bienestar colectivo, que la Mano Invisible de Smith asignaba al mercado, queda a reducida a formas de acción colectiva hechas posibles por el control democrático de los mercados.

 

Ricardo Chica

Director Centro de Estudios Asiaticos

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