En el mundo directivo y de las organizaciones surgen de manera recurrente términos y conceptos que con el tiempo tienden a confundirse.
La llamada responsabilidad social empresarial, junto con la filantropía, y ahora, la teoría de valor compartido, son algunos de esos conceptos.
Quisiéramos trazar algunas líneas que permitan diferenciarlos porque eso ayuda a llevarlos a la práctica de mejor manera.
La responsabilidad social empresarial (RSE) asume especial resonancia desde fines del siglo pasado a raíz de los escándalos corporativos mundiales y, en este siglo, a raíz de la crisis financiera global.
Estas crisis pusieron en evidencia un sistema económico dependiente de las decisiones de los pocos que gobiernan, y de las pocas y grandes corporaciones y empresas que, manejadas irresponsablemente, pueden ocasionar impactos negativos y extensos.
La empresa no es un ente aislado, y aunque su compromiso básico es ser sostenible económicamente hablando y dar utilidades, esta no es la única responsabilidad que tiene. La introducción de este nuevo paradigma de empresa no ha sido fácil: términos como filantropía, responsabilidad social empresarial y valor compartido (VC) han llegado a ser malinterpretados y confundidos entre sí, decantando en prácticas empresariales confusas y manipuladas que, al final de cuentas, siguen alimentando el pensamiento de Friedman, donde la única responsabilidad de la empresa es generar utilidades. En ese sentido, es necesario hacer una correcta distinción de los tres conceptos para que el esfuerzo que las empresas tienen al trascender su misión tenga un resultado efectivo en la sociedad.
Se puede hablar de dos confusiones principales: RSE con filantropía y RSE con VC.
Para que una acción empresarial pueda ser considerada como socialmente responsable, debe estar directamente relacionada con la actividad principal de la organización, debe reportar algún tipo de beneficio para la empresa y debe beneficiar a un grupo de interés de la empresa o al medioambiente donde la organización desarrolla su actividad económica.
Por otro lado, la filantropía busca ejecutar acción social caritativa que beneficie al ser humano, pero sin esperar nada a cambio por esa donación.
Tomemos como ejemplo una empresa X, localizada en Bogotá, productora de envases plásticos y con una temporada alta en Navidad.
Esta empresa, a su vez, financia una fundación en una población vulnerable en el sur del Cesar que rehabilita jóvenes con problemas de drogadicción a través del deporte. Evidentemente, a través de la fundación, la empresa realiza una acción social positiva desinteresada (filantropía), pero que no está relacionada con su actividad principal, que es producir envases plásticos, y mucho menos lo está realizando con uno de sus grupos de interés directos. Por eso es difícil que esto entre dentro lo que es RSE, aunque muchos quieran denominarlo así.
Por otro lado, la diferencia entre la teoría de valor compartido y la responsabilidad social empresarial, esencialmente se encuentra en la motivación de su acción. Por un lado, el VC, tal cual Porter y Kramer lo plantearon, busca oportunidades de negocio en la base de la pirámide (con sus diferentes stakeholders), con el objeto de generar valor económico para la empresa, creando a su vez valor social en los grupos de interés.
La combinación del ‘gana-gana’ crea valor compartido.
Al contrario, la RSE no busca únicamente un valor económico en sus acciones (así decanten finalmente en este), sino que su propósito puede enfocarse a otro tipo de resultados: mejor ambiente laboral, mayor sentido de pertenencia, entornos más limpios, menos contaminación, etc.
De hecho, la connotación que tiene la palabra responsabilidad propone una acción que ni siquiera debería tomarse como valor añadido de la empresa para conseguir mejores resultados económicos, sino que per se debería cumplirse, a diferencia del valor compartido que es completamente discrecional, ya que es simplemente buscar un mutuo beneficio con la sociedad.
En palabras de Porter, “el valor compartido presupone la RSE”.
Resumiendo, podemos decir que tanto la filantropía como el VC no tienen ninguna connotación de obligatoriedad.
Sin embargo, el VC, además de generar valor social (propio de la filantropía), también busca generar un valor económico para la empresa. Por otro parte, la RSE a pesar de tener una connotación de voluntariedad (ya que nadie obliga a las empresas a ser responsables) tiene un matiz de obligatoriedad impuesto por la prudencia directiva y el deber ser (ética) de la empresa.
Sandra Idrovo Carlier
Directora de Investigación INALDE Business School.
Sebastián Cortés Mejía,
Investigador INALDE Business School.