Llevamos tres años de crisis en Europa, y una de las realidades menos evidentes, pero más importantes de los preocupantes sucesos de la crisis de Europa tiene que ver con la forma cómo la caída en la demanda interna allí afecta a América Latina, y de qué forma los altos precios del petróleo generan efectos no tan positivos para nuestra región.
Inicialmente, las alertas a raíz del deterioro económico asociado a problemas de la deuda soberana y la fragilidad bancaria en Europa se centraron en evaluar la capacidad de la banca europea de mantener sus líneas de crédito para nuestra región y las implicaciones de una reducción de la financiación del comercio.
Aunque disminuyó la oferta financiera desde Europa, la región ha salido bien librada a través de un proceso de reorientación en su financiación externa.
A diferencia de los años ochenta, hoy no hay muy abultadas necesidades de financiación externa a través de bancos comerciales. Otros factores han ayudado también, como contar con una creciente oferta de financiación desde Estados Unidos.
Sin embargo, sería equivocado decir que entonces la crisis de Europa no ha afectado a América Latina.
Empecemos por mencionar que al término del 2012, lo más probable es que Europa registre su primer superávit con América Latina en los últimos 10 años. Esto contrasta con el 2008, cuando nuestra región tuvo un superávit de casi €18.200 millones con Europa.
Entre 1999 y el 2009, gracias, entre otras cosas, a los precios, América Latina vivió la bonanza de los términos de intercambio. Aumentó su superávit en materias primas con Europa desde €20.500 millones hasta €54.000 millones.
Aunque en igual periodo nuestra región registró con Europa un mayor déficit en manufacturas, el deterioro fue menor en magnitud (de €27.900 millones hasta €35.200 millones).
No obstante, en el 2012, el superávit de América Latina en materias primas estaría bajando a €44.600 millones, mientras el déficit con Europa en manufacturas y bienes industriales estaría aumentando a €45.200 millones.
Altos precios del petróleo implican una extracción que otros hacen de la riqueza de Europa y de la que no se beneficia América Latina.
Si bien en el 2012 las importaciones no comunitarias de Europa en combustibles y minería bordearán un récord histórico cercano a los €540.000 millones o cercano al 30 por ciento de las importaciones totales, la participación de América Latina en ellas es apenas de 3,4 por ciento.
Latinoamérica se ha especializado en venderle a Europa lo que esta menos compra fuera de la Unión Europea, alimentos y materiales básicos.
La disminución de la demanda interna en Europa, sobre todo, ha afectado las importaciones de materiales básicos y bienes industriales diferentes a químicos y maquinaria.
Entre ambas categorías, Europa disminuiría en casi €10.000 millones las importaciones desde América Latina, por tanto este año las importaciones de Europa originadas en nuestra región decrecen 3 por ciento.
Brasil resulta ser el país más afectado, pierde totalmente su superávit con Europa y pierde casi 4,5 por ciento de participación en las importaciones europeas originadas en la región.
También se afectan Chile y Argentina, que reducen su superávit 47 por ciento y 42 por ciento, respectivamente.
Colombia resulta ser aparentemente uno de los países menos afectados, al representar casi el 40 por ciento de las importaciones de combustibles y minería que Europa hace de América Latina. Luego, el país aumenta su superávit con Europa y eleva su participación en las importaciones europeas originadas en América Latina. Sin embargo, la dinámica aumenta la preocupación que hay en la industria de nuestro país.
Colombia es el destino del 5 por ciento de las exportaciones de manufacturas europeas a América Latina, y es tan bajo el valor de las exportaciones industriales colombianas a Europa que las de Perú son 2,9 veces nuestro valor.
Daniel Niño Tarazona
Consultor