Esto nos hacen pensar sobre una realidad económica que le está pasando al país: la reconformación de nuestra capacidad productiva.
El 2012 será recordado por los privados como el año que debía ser bueno y no lo fue, porque las metas de ventas se definieron, según lo observado en 2010 y 2011, y no de acuerdo a los indicadores de compras de los hogares, ni considerando que el Banco de la República se demoraría en tomar decisiones, porque suponía que todo iba bien; así, el segundo semestre fue una guerra de promociones en el mercado y la llegada tardía de la baja de las tasas de interés.
Esto nos debe poner a pensar que la llamada ‘desindustrialización’ (bajo crecimiento de la industria y la reducción de su peso relativo en el PIB) tiene orígenes muy diferentes a la revaluación, a la falta de una política industrial en el Estado o al crecimiento de la minería: muy buena parte del mal comportamiento de la industria se debió a la dinámica del mercado interno y en esto tienen mucho que ver las autoridades que mandaron mensajes mixtos al comprador, que al final cayó en un proceso de contención de compra, sin importar los descuentos, el precio de los importados de mala calidad o los productos deseados de la producción nacional.
Esto nos debe llevar a dos reflexiones muy importantes: primero, que las autoridades deben comunicarse mejor y tener datos del mercado mucho más actualizados que los que el Dane publica, bien sea causando que el Dane produzca más rápido sin perder su foco y calidad de investigación o bien usando otras fuentes para tomar decisiones por medio de indicadores proxi; la segunda y quizá más importante es aceptar que la dinámica del país no ha sido lenta y que tiene sus consecuencias.
Colombia es un país atrapado entre tres dimensiones de transformación. La demográfica, donde cada vez más nos parecemos a un país europeo, con bajas tasas de crecimiento poblacional, reducción de la fecundidad y envejecimiento de la población; la segunda que nuestro campo aún sigue atrapado en procesos sobre la definición del modelo agrario y la concepción de propiedad privada; y finalmente que nuestra economía paso de ser agraria, a minera, a industrial, a ser hoy una economía de servicios (y no minera como unos dicen); estas tres transformaciones se afectan entre sí, pero muestran claramente que nuestro país y mercado son cada vez más una economía más desarrollada que lo que nosotros mismos aceptamos y el empleo que intentamos entender esta en evolución: pasamos de mano de obra no calificada de jornaleros en los 30, a mayeros en los 60, obreros urbanos en los 80 y a mano de obra de baja calificación en el segundo milenio enfocada a servicios y en particular a las ventas.
Colombia será en poco tiempo una economía de servicios como le ha ocurrido a todos los países que se desarrollan, porque simplemente ya no somos competitivos para ser agrícolas, industriales y mineros, porque nuestra mano de obra ya está calificada; por esto nuestras mismas marcas industriales ya producen fuera del país, porque comprendieron que su mayor activo es la marca y no las plantas fabriles; es momento de comprender que ya no estamos en Kansas.
CAMILO HERRERA MORA
PRESIDENTE DE RADDAR