El muy anticipado discurso de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed), del viernes pasado parece haber decepcionado y complacido a los mercados simultáneamente.
Por un lado, Bernanke no dio señales precisas de la inminencia de un nuevo programa de estímulo monetario en EE. UU., según lo anticipábamos. No obstante, durante la semana los mercados se prepararon para la ausencia de anuncios explícitos y las bolsas cerraron con ganancias importantes.
Bernanke dejó claros los siguientes tres mensajes: i) la Fed tiene herramientas adicionales para dar mayor estímulo a la economía y está preparada para usarlas cuando sea necesario; ii) la Fed no tiene una fórmula mágica para rescatar la economía por sí sola, y las demás autoridades económicas tienen que adoptar medidas estructurales complementarias; y iii) la reunión de política monetaria de septiembre se alargará para garantizar una discusión más detallada sobre la necesidad de medidas adicionales.
Bernanke reconoce que la recuperación económica ha sido más lenta que lo anticipado.
Los principales factores que explican esta dinámica son la pronunciada caída del sector inmobiliario, que continúa debilitado, y las presiones que ese sector ha generado sobre las instituciones financieras, restringiendo su capacidad para otorgar crédito al resto de la economía.
Sin embargo, Bernanke considera que ha habido claros avances en el ritmo de sanación de la economía de EE. UU., particularmente en el sector financiero: bancos mejor capitalizados, mayor disponibilidad de crédito, y avances importantes en reformas estructurales de regulación y supervisión financiera. Aún así, este sector sigue siendo uno de los principales lastres para la recuperación económica.
Desafortunadamente, la profundización de la crisis de deuda en Europa y las tensiones fiscales en EE. UU. (episodio del techo de endeudamiento y rebaja en la calificación crediticia del país) afectaron la confianza empresarial y de los hogares recientemente, y generarán debilidad en el ritmo de reactivación en los próximos trimestres.
Es por esto que la Fed ha rebajado su perspectiva de crecimiento económico en el corto plazo, a la vez que ha moderado sus expectativas de inflación y de utilización de recursos en la economía (empleo) durante ese periodo.
Bajo este contexto, Bernanke recalcó que la política monetaria debe responder a cambios en la economía y, particularmente, a cambios en las perspectivas de crecimiento e inflación. Consecuente con lo anterior, la Fed había anunciado que la nueva realidad sugería tasas de interés en niveles excepcionalmente bajos durante los próximos dos años.
Como los riesgos para la recuperación han aumentado en las últimas semanas, Bernanke dejó claro que la Fed ha estudiado las opciones de política que tiene a su alcance, y que mayores medidas no se pueden descartar en el corto plazo. No discutió detalles de las alternativas que hay, pero, en nuestra opinión, dejó claro que las herramientas existen y que la Fed no dudará en utilizarlas, si las condiciones lo ameritan.
FACTORES EXTERNOS
Bernanke también dio a entender que la Fed se encarga de promover el crecimiento, bajo un contexto de inflación y sistema financiero estable. No obstante, dejó claro que la mayoría de las políticas para generar un crecimiento económico robusto en el largo plazo y para lograr una reactivación cíclica del producto y del empleo en el corto plazo, están fuera del alcance de la Fed. El mensaje no es nada consolador, pero es una realidad innegable.
El reto está en las manos de las autoridades económicas gubernamentales. Bernanke recalca, muy acertadamente, que la política fiscal todavía tiene mucho por hacer: ajustes de mediano plazo son fundamentales para la sostenibilidad fiscal, pero dichos ajustes no se deben concentrar en el corto plazo, ya que la economía todavía necesita apoyo. Igualmente, ha puesto parte de la responsabilidad en la urgencia de implementar reformas estructurales para generar empleo; promover estabilidad macroeconómica y financiera; mejorar políticas impositivas, comerciales y regulatorias; y apoyar la inversión productiva y en investigación y desarrollo.
Todo se reduce a que la Fed tiene herramientas, pero el Gobierno tiene que hacer más.
Así que, para no decepcionar a los mercados, la nueva realidad amerita una discusión más detallada y extensa en la reunión de política monetaria de septiembre. Con tres miembros en contra del lenguaje más laxo que utilizó la Fed en su última reunión, Bernanke tendrá el reto de convencerlos de que un mayor deterioro de la economía, bajo un contexto en que la inflación de mediano plazo no representa un riesgo para el mandato dual de la Fed, podría justificar nuevas medidas de estímulo.
Las opciones más evidentes que tiene la Fed serían aumentar la compra de títulos, extender la duración de su portafolio, o reducir la tasa de interés en los excedentes de reservas (IOER, por sus siglas en inglés) que deben mantener los bancos en el balance de la Fed.
Luego del discurso del viernes, es importante centrar la atención en los datos de manufactura (ISM), de confianza del consumidor, y de empleo que se reportarán esta semana en EE. UU., y en el gran plan económico y laboral que revelará el presidente Obama el 5 de septiembre, que deberá ser una respuesta a los retos que planteó Bernanke a las autoridades gubernamentales, según lo explicamos previamente.
Lo anterior sentará las bases para la crucial reunión de septiembre 20-21 de la Fed, y podría dar señales de que un nuevo paquete de estímulo monetario podría estar en el camino durante los próximos meses.
Andrés Pardo Amézquita
Gerente de Investigaciones Económicas de Corficolombiana