El 15 de mayo del 2012 entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, después de un largo y difícil proceso que tomó alrededor de ocho años.
Dicha negociación comercial, que concentró grandes esfuerzos del Gobierno y del sector privado, no estuvo exenta de polémica, pues algunos sectores productivos se sintieron amenazados ante una eventual llegada de productos estadounidenses al país sin pagar aranceles.
Dos años es un tiempo muy corto para hacer balances y detectar tendencias, más aún cuando el panorama para el comercio internacional ha sido complejo por diversas razones, principalmente el cambio en la política monetaria global, la lentitud de la recuperación de los países desarrollados y la desaceleración de los emergentes.
De cualquier manera, hay varios elementos para destacar de lo que ha pasado durante este tiempo. Por un lado, el intercambio comercial entre ambos países siguió avanzando, aunque Estados Unidos pesa menos dentro del comercio colombiano. Entre mayo del 2012 y marzo del presente año, las exportaciones colombianas a EE. UU. sobrepasaron los 42.000 millones de dólares, mientras que las importaciones de bienes estadounidenses rondaron los 37.000 millones de dólares. Aunque la balanza se inclina hacia Colombia, en meses recientes es más lo que está comprando a Estados Unidos que lo que le vende.
Con todo, un elemento a destacar es que más empresas en distintas partes del país están encontrando oportunidades de negocio en ese mercado. Ya son casi 4.000 empresas que venden allá y pertenecen a la industria, el sector agropecuario y agroindustrial.
Sin embargo, el reto es el mismo que hace dos años: mejorar la competitividad para lograr un aprovechamiento efectivo.