No hay duda de que los temas relacionados con Bogotá ocuparon buena parte de los titulares en la semana que termina. Los efectos derivados de la salida de su cargo del alcalde Gustavo Petro, sumados a las primeras decisiones del encargado Rafael Pardo, y el debate en torno a la terna de la cual saldría un nuevo nombre que llegaría al Palacio Liévano, antes de unas nuevas elecciones, fueron los elementos principales de una película que no termina.
Mientras el panorama se aclara y la ciudad trata de encontrar el rumbo perdido, vale la pena tener en cuenta cuáles son las preocupaciones de las personas. En tal sentido, resulta útil un estudio que fue presentado en el marco de la Asamblea Anual del BID.
El trabajo titulado ‘Megaciudades e infraestructura en América Latina: lo que piensa su gente’ tuvo como base 5.000 encuestas que fueron aplicadas en Buenos Aires, Ciudad de México, São Paulo, Lima y Bogotá. Las conclusiones son reveladoras para una región que es la más urbanizada del mundo.
El sondeo deja en claro que tanto la seguridad como la transparencia son las principales prioridades de las urbes mencionadas. Al mismo tiempo, es notorio que la clase media ha aumentado en cantidad y que desea hacer oír su voz en los asuntos locales. En tal sentido, el transporte es descrito como un factor clave que afecta su calidad de vida.
En cuanto a los más pobres, la cobertura de los servicios públicos es un punto recurrente. Así, el acceso a agua potable, alcantarillado y electricidad es visto a la vez como una aspiración y un factor que contribuye a la exclusión. No obstante, en lo que hace a la capital colombiana las calificaciones a este respecto superan con creces el promedio.
Los elementos señalados deberían servirles a quienes aspiran a ocupar la Alcaldía a elaborar sus propuestas. Más allá de las ambiciones personales, el propósito debería ser la mejora en condiciones de vida que necesitan un mayor impulso que el visto en años recientes.
Ricardo Ávila Pinto
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