Una nueva confirmación de que la economía colombiana mantiene un buen ritmo, a pesar de la desaceleración mundial, fue la que dio el Dane ayer, al revelar los datos sobre el desempleo en febrero.
Según la entidad, el índice de desocupación a nivel nacional se ubicó en 11,9 por ciento, un punto menos que 12 meses atrás.
En el caso de las 13 principales áreas metropolitanas, la baja fue un poco menor -de 13,2 a 12,5 por ciento-, aunque suficiente para sostener que la creación de puestos de trabajo continúa en el país.
Ante lo sucedido, el presidente Juan Manuel Santos no ocultó su entusiasmo. ““Más de un millón cien mil colombianos encontraron trabajo entre febrero del año pasado y hoy”, afirmó el mandatario en su cuenta de Twitter.
El comportamiento del mercado laboral volvió a ser positivo, a pesar de un fenómeno que ha generado más de un interrogante entre la comunidad académica. Este consiste en que la tasa de participación -definida como la relación porcentual entre la población económicamente activa y la población en edad de trabajar- continúa su tendencia al alza. Puesto de otra manera, si en el 2007 dicho indicador estaba en 58,7 por ciento, ahora llegó a 64,4 por ciento.
Semejante incremento en un periodo tan corto no es considerado como normal, pues significa que una proporción cada vez mayor de los colombianos ingresa a la fuerza de trabajo, de manera independiente a los ciclos de la economía.
Pero aparte de esa válida duda, es notorio que el país ha sido capaz de absorber esa enorme masa de personas.
De tal manera que, si la tasa de participación se hubiera mantenido constante, es previsible que el desempleo estaría en niveles mucho más bajos que los actuales.
En consecuencia, no le falta razón al Gobierno cuando señala que la población ocupada llegó a cerca de 20,2 millones de personas el mes pasado.
Es cierto que la informalidad es todavía un reto mayúsculo, pero a pesar de ese lastre, el parte es muy positivo.