En columnas anteriores explicamos que la magnitud de la caída de los precios del petróleo no era consistente con los fundamentales de oferta y demanda, sino que hubo una sobrerreacción y que buena parte de la misma se debió al desmonte masivo de posiciones financiares a nivel global.
Los argumentos más recurrentes para explicar ese derrumbe de precios son: i) el ingente incremento en la producción de petróleo de esquisto en EE. UU., y la consecuente diminución de sus importaciones; ii) la desaceleración de China; iii) el nuevo episodio de ralentización económica global en el segundo semestre de 2014; y iv) la resolución parcial de conflictos geopolíticos en el Medio Oriente.
No obstante, los dos primeros se venían presentando hace varios años y su evolución ha sido acorde con los pronósticos de tiempo atrás. Por su parte, la desaceleración económica mundial en la segunda mitad de 2014 había sido relativamente moderada, y no justificaba el desplome que registraron los precios del crudo.
Adicionalmente, en 2015 se han presentado nuevos factores de soporte para las cotizaciones del petróleo, asociados al desempeño de la actividad económica mundial y a la situación del sector petrolero en EE. UU. De hecho, los precios del petróleo han aumentado 40% desde su punto más bajo en 2015.
Las perspectivas económicas a nivel mundial han mejorado recientemente, en parte por el amplio arsenal de medidas de política monetaria expansiva implementadas recientemente a nivel global, y, así como la desaceleración desde mediados de 2014 se vio reflejada en una caída de los precios de las materias primas, el mejor desempeño desde enero ha generado un mayor soporte para las esas cotizaciones.
Por otro lado, el desplome de los precios del crudo ha comenzado a sentirse en la industria petrolera estadounidense, deteriorando sustancialmente sus perspectivas de suministro en el corto plazo. Lo anterior es altamente relevante ya que el 90% de la expansión en la oferta de crudo global en el último lustro ha estado explicado por el crecimiento de la producción en EE. UU.
Además, es importante señalar que prácticamente todo este aumento de producción ha sido de tipo no convencional, lo cual es muy importante porque la tasa de declive de estos pozos es mucho más alta comparada con la de los convencionales, así que cualquier factor que afecte la expectativa de aumento en la producción de crudo en ese país se sentirá en el corto plazo. La EIA estima que la tasa de declive en yacimientos no convencionales oscila entre 50% y 70% en el primer año (es decir que en el primer año la producción se reduce en ese porcentaje) y que al cabo de 3 años la producción es algo menor al 20% del nivel inicial. En contraste, el ritmo de declive en pozos convencionales es de apenas 5%-10% en el primer año y pasados 3 años el suministro sigue superando el 70% del nivel máximo de producción alcanzado.
El primer elemento a señalar es que las empresas petroleras en EE. UU. han anunciado recortes significativos de su Capex este año, que de materializarse lo ubicaría en el mínimo desde 2010. Hasta el momento, las contracciones más fuertes se han anunciado en las pequeñas y medianas compañías en donde la disminución sería superior al 35% anual este año, aunque incluso en las empresas más grandes la reducción sería de dos dígitos.
Además, aunque el endeudamiento representaría una alternativa para morigerar los faltantes de caja e inversión bajo condiciones normales, las empresas del sector han experimentado un fuerte incremento en sus primas de riesgo crediticio, especialmente aquellas que no alcanzan a tener calificaciones de grado de inversión.
Segundo, las plataformas de perforación de petróleo se han reducido en 58% en los últimos 7 meses. Las caídas más fuertes se produjeron en los campos donde se concentran los yacimientos más importantes de producción de esquisto, lo cual acentúa la perspectiva de menor producción. Finalmente, las solicitudes de permisos de exploración han disminuido a cerca de la mitad en ese mismo periodo.
En consecuencia, la EIA prevé un leve repunte del consumo global de petróleo en 2015 y 2016, mientras que el aumento en la producción se moderará sustancialmente, principalmente debido a la desaceleración en el suministro proveniente de EE. UU. La agencia pronostica que el crecimiento del consumo de crudo se mantendrá alrededor de 1 millón de bpd en 2015 y 2016, mientras que el de la producción bajaría de 2.1 millones de bpd en 2014 a 1.1 millones en 2015 y a tan sólo 0.1 millones en 2016. En el caso puntual de la producción en EE. UU., la OPEP avizora incluso una contracción a partir del segundo semestre del año. Con base en estas previsiones, los precios del petróleo deberían estabilizarse en 2015 y aumentar en 2016.
Los datos de oferta de petróleo en EEUU ya muestran signos de estabilización. Aunque la producción sigue creciendo, desde finales de 2014 se observa una desaceleración y la EIA estima que este mes se registrará la primera contracción mensual en más de 4 años. Además, los inventarios de petróleo en ese país también han comenzado a ralentizarse y en la primera semana de mayo incluso descendieron.
En suma, creemos que el balance de los principales factores de oferta y demanda apuntaba a un rebote en los precios del petróleo y por eso venimos estimando que el Brent cerrará el 2015 en 70 dólares por barril y el WTI en 64 dólares. Sin embargo, creemos que los altos niveles de volatilidad seguirán presentes en los próximos meses, y no descartamos nuevos episodios de caídas de precios en la medida que se materialicen algunos riesgos geopolíticos (resolución de las sanciones a Irán y evolución de los conflictos en Yemen, Siria, Nigeria e Irak, entre otros) y que se corrija parte del rápido aumento de precios que se observó en las últimas semanas.
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana
Juan Sebastián Betancur
Analista cambiario y sectorial de Investigaciones Económicas de Corficolombiana