El Banco de la República elevó su tasa de interés a 4,75 % la semana pasada, en contra de nuestra estimación y la de la mitad de los analistas. En nuestra opinión, la forma como se tomó la decisión y el mensaje que envía, podría forzar aumentos adicionales, así que ahora estimamos un nivel de cierre de año superior al actual y un menor crecimiento económico en 2016.
En los días previos a la reunión del Emisor, tres codirectores enviaron señales claras de su sesgo hacia mantener la tasa de interés estable. Igualmente, el Ministro de Hacienda continuaba con su mensaje que apuntaba a la pertinencia de mantenerla sin cambios. Por esta razón, sorprendió que la decisión de elevar la tasa de interés hubiera sido unánime.
También nos sorprendió que el Banco le restara peso a la preocupación por una excesiva desaceleración de la economía, frente al riesgo de un desanclaje de las expectativas de inflación. En esta coyuntura es especialmente relevante monitorear no solamente la desaceleración del PIB, sino también la de la demanda interna. Esta última es la que debería liderar una corrección de la inflación en el horizonte de política, especialmente después de que se disipen los efectos transitorios de la devaluación y de los choques climáticos, situación que el Emisor reiteró en su comunicado.
En efecto, aunque las cifras del PIB del segundo trimestre mostraron un crecimiento ligeramente superior al del primero y al esperado por el equipo técnico del Banco, la demanda interna continuó desacelerándose con fuerza, pasando de crecer 4,2 % a 2,5 % en esos trimestres. En particular, el crecimiento de la inversión evidenció un preocupante descenso de 7 % a 1,5 % en los respectivos periodos. Excluyendo la construcción, que tiene un alto componente de apoyo gubernamental, la inversión se contrajo 5,6% en el segundo trimestre, el peor dato desde finales de 2009.
Igualmente, nos preocupa que los indicadores de expectativas de consumo e inversión en el segundo semestre hayan seguido deteriorándose, evidenciando un fuerte desplome en meses recientes y ubicándose en niveles no vistos desde 2009. En nuestra opinión y en contraste con el mensaje del Emisor, hay señales de que la desaceleración de la demanda interna puede ser mayor de lo que se anticipaba, así el crecimiento del PIB parezca estar estabilizándose alrededor de 3 %.
¿Qué explica el aparente cambio de parecer de algunos codirectores del Banco en tan pocos días? En nuestra opinión, es posible que la Junta haya llegado a un acuerdo de elevar la tasa de interés una sola vez para enviar una señal contundente y sin posiciones divididas, de su compromiso de luchar contra la inflación. Creemos que varios codirectores seguían considerando que elevarla no era lo más adecuado, pero suponemos que se concluyó que un aumento de un cuarto de punto era modesto y que no debería generar nuevas presiones sobre la desaceleración económica. Desafortunadamente, las implicaciones de esta decisión son mucho más complejas que esto.
Nos preocupa que el solo hecho de elevar la tasa de interés abra las puertas para que el uso de esa herramienta sea necesario en el futuro cercano. Un banco central con alta credibilidad puede contener las expectativas de inflación a través de la comunicación (usando su credibilidad), con la cual puede guiar al mercado y convencerlo del carácter transitorio de los choques que han empujado la inflación por encima de la meta (como en el caso de Chile); mientras que uno con baja credibilidad no tiene más opción que la de elevar su tasa de interés para lograr un objetivo similar (como en el caso de Brasil).
El Emisor hizo un arduo trabajo en los últimos años para ganar la altísima credibilidad de la que hoy goza, y creíamos que ese activo intangible sería determinante para mantener las expectativas de inflación ancladas y evitar elevar la tasa de interés en momentos de una importante desaceleración económica. Todo dependía de la forma como se transmitiera el mensaje y se guiaran las expectativas.
No obstante, al elevar la tasa de interés por unanimidad, el Emisor abrió una ‘caja de Pandora’ y volvió a las épocas en que era necesario contener las expectativas con tasas de interés debido a la baja credibilidad. Si incluso los codirectores del Banco que no estaban inclinados por dicho aumento, decidieron seguir ese camino, es factible que el mercado interprete la decisión como un aumento radical en las preocupaciones sobre una mayor inflación, a pesar de ser transitoria, y como una señal de que el propio Banco tiene dudas sobre su credibilidad.
Si el Emisor reconoce que su credibilidad no era suficiente para contener las expectativas de inflación y que se requería el uso de la tasa de interés, es probable que el mercado considere que un solo aumento no será suficiente. El Banco se dejó guiar por el mercado, en vez de que fuera él quien guiara al mercado. Por esto, no nos sorprendería que ahora el mercado presione al Banco a elevarla todavía más y a que la mantenga alta por más tiempo del que sería deseable.
En consecuencia, ahora esperamos que la tasa de interés cierre este año en 5 %, aunque no descartaríamos mayores presiones para llevarla por encima de 5 %. Posteriormente esperamos que se mantenga en 5 % durante el primer semestre de 2016, pues una reversión abrupta en pocos meses afectaría todavía más la credibilidad del Emisor, y que baje en el segundo semestre, para cerrar el próximo año en 4,25 %. Anteriormente esperábamos estabilidad en 4,50 % en 2015, recortes hasta 3,75 % en el primer semestre de 2016, y estabilidad hasta el cierre de ese año. Ante esta nueva expectativa, recortamos nuestro pronóstico de crecimiento del PIB en 2016 de 3,3 % a 2,8 %.
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana