Pensar la gestión de la política minera y energética en nuestro país, requiere refundar una gestión muy potente, para alcanzar esa verdadera gobernanza que tienda a la ejecución de planes y proyectos certeros, con actitud de liderazgo, para que la gestión a los procedimientos de exploración y explotación a los minerales se integren a variables de alternativas.
Es cierto que el actual código de minas (ley 685 de 2001), ha sido obsoleto, de no bendición al sector de la minera de subsistencia; la estructura del código de minas jurídicamente no logró desde la sostenibilidad procedimental la dimensión, una gobernanza, y un fortalecimiento institucional, no garantizó revertir la deuda que se ha tenido con las comunidades mineras, y no mostró, ni se lograron las alternativas de cambios fuertes.
En los últimos veinte años a vigencia del 2021, no se logró una experimentación promocional de un laboratorio innovador para albergar formas de energía e investigación científica desde la minería. No se trata de poner el telescopio para mirar hacia el pasado, pero, es necesario tener un referente histórico, para empoderar un foco sobre la ciencia y la tecnología, asumir un liderazgo muy eficaz, un cambio de actitud para alcanzar a partir de la minería procesos de conversión energética, así, radiactivos como el uranio, litio, y el torio, y otros, que, aunque no se explotan ni se refinan, es el momento para un cambio de actitud, de un liderazgo público con otras exigencias.
Produce atención conocer la agenda del nuevo gobierno al interior del sector minero-energético, con la estrategia de ‘Minería para una transición energética’. Desafiar el componente científico, desaprender aprendiendo, demandan de pensar muy hondo; el diálogo entre ingenieros de minas no solo será entre ellos, la gestión del conocimiento se ampliará (abogados, economistas, filósofos, administradores, biólogos, etc) camino a fortalecer una gestión para que no se apabulle la gobernanza.
Hay que agarrar al toro por donde es, hay que saber tirar el anzuelo para ‘enganchar’ lo que se pretende: “una minería participativa, que responda a las oportunidades de la Transición Energética y a los retos del cambio climático”, con un modelo novedoso de “formalización con oportunidades para la minería tradicional”. Existe la necesidad de revisar procedimientos y adecuarlos a las exigencias de cambios, especialmente para darle la trascendencia de la ley 1715 de 2014 de transición energética.
El postulado de la Ley 2099 de 2021, que desarrolla los fundamentos de la transición energética, requiere de una gestión seria con mucho liderazgo, de ciencia y tecnología, para alcanzar normas sobre la sostenibilidad de la movilidad eléctrica, promoción a la reconversión de proyectos de minería e hidrocarburos, construcción de nuevas normas y metodologías ante un nuevo conjunto de recursos para un tipo de organización institucional distinta, para garantizar la gestión de bienes y servicios, ante la situación social, que demanda el país.
Ricardo Arquez Benavides
Analista de política minero-energética
arquezbasesores@gmail.com